Ante 1.600 religiosos, entre ellos varios cardenales y obispos, congregados en la basílica de San Pedro, el nuevo Papa dio su visión de la Iglesia y exhortó al clero a «salir de sí mismo», un principio que ha repetido en varias ocasiones desde que fue elegido pontífice el pasado 13 de marzo.
Francisco fustigó en la homilía de la misa crismal a los sacerdotes «tristes», que terminan por ser «un intermediario» o un «gestor» y que «no se juegan la piel ni el corazón».
«Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor ‘ya tienen su paga’, y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón», advirtió.
«De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con ‘olor a oveja’, pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres», explicó Francisco, con un estilo directo y claro.
En su homilía, el Papa latinoamericano, llamó a los sacerdotes a llegar a «las periferias, donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe», afirmó.
«Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción -y no la función- y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús», agregó.
Las palabras y los gestos simbólicos del primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia parecen haber cambiado en quince días al Vaticano.
A los prelados romanos llamó a vestirse «con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires», dijo.
Pronunciadas desde la fastuosa basílica de San Pedro, eje central de la catolicidad, sus palabras estremecen la jerarquía de la Iglesia y resultan una campanada de alarma para aquellos que temen las reformas.
«Es un Papa incómodo. Por ahora en el Vaticano lo rodean con aprecio, pero si sigue comportándose como un ‘obispo pobre’ comienza a irritar a los prelados más conservadores», subraya el vaticanista Marco Politi.
El deseo de transparencia, la autorización de divulgar su pensamiento antes y después de su elección como Papa, forma parte de un nuevo estilo, que se suma al rechazo a los mocasines rojos papales, así como no pasar a vivir «por el momento» al lujoso apartamento de los Papas dentro del palacio apostólico del Vaticano.
«Es sobrio y no lo exhibe», recalca Politi.
En su homilía a los prelados el Papa jesuita reiteró los principios ilustrados por él mismo, cuando era el simple cardenal argentino Jorge Bergoglio a los purpurados reunidos en el Vaticano en asambleas previas al cónclave para la elección del nuevo pontífice.
«Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma» , advirtió el nuevo jefe de la Iglesia católica.
Después de la homilía, el Papa bendijo los aceites santos que se usan para los sacramentos, como los bautizos y para los enfermos.
En la tarde oficiará una misa en la cárcel para menores romana de Casal del Marmo, durante la cual lavará los pies a algunos jóvenes detenidos, siguiendo una tradición que cumplía cuando era arzobispo de Buenos Aires.
Según la «expresa voluntad» de Francisco, la ceremonia será «sumamente sencilla» y la misa no será transmitida en directo por televisión respetando su estilo sobrio.
El defensor de menores de la región Lazio, Angiolo Maronni, sostiene que el Papa lavará los pies a dos chicas, una católica y una musulmana, un gesto inédito.
El Jueves Santo conmemora en el cristianismo la última cena de Cristo con sus discípulos antes de su detención y su crucifixión.
AFP
Ante 1.600 religiosos, entre ellos varios cardenales y obispos, congregados en la basílica de San Pedro, el nuevo Papa dio su visión de la Iglesia y exhortó al clero a «salir de sí mismo», un principio que ha repetido en varias ocasiones desde que fue elegido pontífice el pasado 13 de marzo.
Francisco fustigó en la homilía de la misa crismal a los sacerdotes «tristes», que terminan por ser «un intermediario» o un «gestor» y que «no se juegan la piel ni el corazón».
«Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor ‘ya tienen su paga’, y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón», advirtió.
«De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con ‘olor a oveja’, pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres», explicó Francisco, con un estilo directo y claro.
En su homilía, el Papa latinoamericano, llamó a los sacerdotes a llegar a «las periferias, donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe», afirmó.
«Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción -y no la función- y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús», agregó.
Las palabras y los gestos simbólicos del primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia parecen haber cambiado en quince días al Vaticano.
A los prelados romanos llamó a vestirse «con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires», dijo.
Pronunciadas desde la fastuosa basílica de San Pedro, eje central de la catolicidad, sus palabras estremecen la jerarquía de la Iglesia y resultan una campanada de alarma para aquellos que temen las reformas.
«Es un Papa incómodo. Por ahora en el Vaticano lo rodean con aprecio, pero si sigue comportándose como un ‘obispo pobre’ comienza a irritar a los prelados más conservadores», subraya el vaticanista Marco Politi.
El deseo de transparencia, la autorización de divulgar su pensamiento antes y después de su elección como Papa, forma parte de un nuevo estilo, que se suma al rechazo a los mocasines rojos papales, así como no pasar a vivir «por el momento» al lujoso apartamento de los Papas dentro del palacio apostólico del Vaticano.
«Es sobrio y no lo exhibe», recalca Politi.
En su homilía a los prelados el Papa jesuita reiteró los principios ilustrados por él mismo, cuando era el simple cardenal argentino Jorge Bergoglio a los purpurados reunidos en el Vaticano en asambleas previas al cónclave para la elección del nuevo pontífice.
«Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma» , advirtió el nuevo jefe de la Iglesia católica.
Después de la homilía, el Papa bendijo los aceites santos que se usan para los sacramentos, como los bautizos y para los enfermos.
En la tarde oficiará una misa en la cárcel para menores romana de Casal del Marmo, durante la cual lavará los pies a algunos jóvenes detenidos, siguiendo una tradición que cumplía cuando era arzobispo de Buenos Aires.
Según la «expresa voluntad» de Francisco, la ceremonia será «sumamente sencilla» y la misa no será transmitida en directo por televisión respetando su estilo sobrio.
El defensor de menores de la región Lazio, Angiolo Maronni, sostiene que el Papa lavará los pies a dos chicas, una católica y una musulmana, un gesto inédito.
El Jueves Santo conmemora en el cristianismo la última cena de Cristo con sus discípulos antes de su detención y su crucifixión.
AFP