El estatuto, que contempla algunas excepciones para el porte de armamento, incluye un programa de entrega voluntaria de parte de civiles, quienes reciben una compensación monetaria
BRASILIA. Brasil, cuyas ciudades sufren los embates de la violencia criminal, vivió en la última década una marcada disminución en la tenencia de armas que coincidió con una reducción en el número de homicidios, reveló un estudio divulgado ayer.
El informe del Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA por sus siglas en portugués), destacó que Brasil vivió a partir de los años 80 un auge en la adquisición de armas por parte de civiles ante el temor de que los agentes estatales no tenían capacidad de garantizar la seguridad de la población.
Esa tendencia se frenó en 2003 con la promulgación del Estatuto del Desarme, que prohíbe la tenencia de armas en manos de civiles.
El estatuto, que contempla algunas excepciones para tenencia de armas, incluye un programa de entrega voluntaria de armas de parte de civiles, quienes reciben una compensación monetaria.
Citando datos de la Oficina de la ONU sobre Drogas y Crimen, el informe destacó que de 100 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1980, Brasil pasó a tener más de 220 homicidios por 100.000 habitantes en 2003, año de la promulgación de la ley. El número declinó a menos de 200 homicidios por 100.000 habitantes en 2010.
En el mismo período, la tenencia de armas pasó de 100 en 1980 a 175 en 2003 por cada 100.000 habitantes, cifra que se estabilizó a partir de ley sobre desarme.
Con tales cifras, Brasil se situó como el sexto país más violento de las Américas, superado por Honduras, El Salvador, Colombia, Guatemala y Venezuela, según el organismo de la ONU.
El informe del IPEA señaló que el declive en la tenencia de armas a partir del Estatuto de Desarme tuvo resultados desiguales en el territorio brasileño, con un impacto mayor en los estados ricos del sur y sudeste, y menos en el empobrecido norte y noreste.
Coincidentemente, aquellos municipios donde hubo una mayor reducción de armas son los de más bajo nivel de criminalidad, mientras que aquellos con más armas son los que tienen mayores niveles de violencia.
Así, la pequeña localidad de Itamaracá, en el estado de Pernambuco, municipio con mayor número de armas en relación con su población, presentó una tasa de homicidios de 60,3 por 100.000 habitantes en 2010, seguida por Joao Pessoa, capital de Paraíba, con 77,1 muertes violentas por 100.000 habitantes, tasas consideradas elevadas. Ambas ciudades están en el noreste de Brasil
Maceió, capital del estado nororiental de Alagoas, está en el quinto lugar de los municipios con más armas y fue el campeón de homicidios en 2010, con 101,3 muertes por 100.000 habitantes.
Por el contrario, la ciudad de Barreiras, en el estado de Bahia, presentó 0,7 homicidios por 100.000 habitantes y es el municipio con menos armas en el país, seguido por Barbacena, en el estado de Minas Gerais, con 2,3 muertes violentas por 100.000 habitantes.
El estudio reveló también un declive en la compra de armas, que pasó de 57.000 adquiridas en el período 2002-2003 a 37.000 en el período 2008-2009, según la Pesquisa de Presupuesto Familiar elaborado por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
»El Estatuto de Desarme tuvo efectos significativos para reducir la difusión de armas de fuego en Brasil y, consecuentemente, la tasa de homicidios», señaló el informe del IPEA. «Una de las medidas cruciales para garantizar más seguridad en Brasil es el foco en el desarme de la población. El instrumento existe, hay que perfeccionarlo y utilizarlo con más énfasis por parte de las organizaciones que tratan con control de armas de fuego».
Agencias