Dos veces al mes, en las mañanas de domingo, Salvador Hernández va a la iglesia a buscar enfermos del mal del Chagas.
Recorre las que tienen mayoría de feligreses latinos en los alrededores de la ciudad de Los Ángeles, en el oeste de Estados Unidos. Los busca para ofrecerles un test de sangre que les permita saber si han contraído esta enfermedad tropical, causada por un parásito y endémica en 21 países de América Latina.
«Ofrecemos una feria de salud gratis donde, entre otras cosas como medir el colesterol y la glucosa, hacemos el diagnóstico de Chagas», dice el médico a BBC Mundo.
Hernández es el coordinador de la única clínica especializada en este mal que existe en Estados Unidos, el Centro de Excelencia asociado a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Es que aquí el Chagas es en cierta medida una novedad: el número de casos ha crecido en los últimos 20 años y está asociado directamente a la llegada de migrantes que contrajeron el mal en sus países de origen. La mayoría de ellos, latinoamericanos.
«La migración ha hecho que los patrones de contagio cambien por completo», confirma Hernández.