CARACAS. Con su muerte, el presidente Hugo Chávez dejó atrás no solo a legiones de simpatizantes en duelo, sino también una avalancha de problemas económicos.
Ahora, conforme el presidente interino Nicolás Maduro y el líder de la oposición Henrique Capriles se preparan para enfrentarse en las elecciones del 14 de abril que, según las encuestas, es probable que gane Maduro, muchos analistas y economistas indican que el vencedor heredará un país con una combinación tóxica de inflación, excesivos gastos públicos y una escasez de efectivo que rápidamente se está volviendo insostenible.
«En cierto modo, Chávez se marchó en la cumbre de su éxito», dijo Orlando Ochoa, un economista en la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas. «Y su legado para el sucesor es una bomba económica».
En un intento por suprimir los problemas, el gobierno creó una nueva agencia de divisas que subastará dólares con el fin de reducir la escasez de bienes básicos, a medida que la falta de liquidez de dólares ha depreciado el valor de la moneda local en el mercado negro del país a cerca de una cuarta parte del tipo de cambio oficial.
Pero los analistas aseguran que el nuevo mecanismo de cambio, estrenado en marzo y administrado en conjunto por el banco central y el Ministerio de Finanzas, no es más que una solución temporal para los problemas económicos del país.
La economía venezolana, que creció 5,5% el año pasado en medio de fuertes gastos públicos para la campaña electoral de Chávez en octubre, afrontará importantes problemas de inflación si el nuevo presidente continúa pisando el acelerador del gasto, advierten los analistas. Pero la economía se podría desacelerar fuertemente si hay una retirada en la inversión pública.
Sin embargo, recortar gastos para un público acostumbrado a generosos subsidios de vivienda, alimentos y gasolina también podría ser doloroso y seguramente resultaría en turbulencias sociales, apuntan los expertos, lo que desencadena un círculo vicioso.
«Debido a la inflación, el gobierno tiene que gastar más en términos reales, lo que a su vez alimenta la inflación», explicó Ochoa.
Los más pobres están experimentando los estragos de productos y servicios más caros, a pesar de los controles de precios del gobierno. La inflación anual está por encima de 22% y podría superar 30% este año, afirman los analistas, después de que el gobierno devaluara el bolívar en febrero.
Los venezolanos buscan ansiosamente colocar su dinero en donde no pierda valor. En un día reciente, unos grandes almacenes de Caracas, que vendían marcas extranjeras de electrodomésticos, estaban repletos de clientes.
«Prefiero invertir en un refrigerador nuevo», en vez de una cuenta de ahorros, señaló Ana María Ramos, de 38 años de edad, que examinaba un modelo LG de alta gama. «No tenemos una visión clara de cómo el gobierno administrará todo esto».
La escasez de dólares, a pesar de la nueva vía para obtenerlos, también pesa sobre la economía. Muchas empresas locales e internacionales necesitan dólares para pagar a los proveedores del exterior que les envían los artículos necesarios para hacer productos en Venezuela.
Hasta ahora, el gobierno ha subastado, con su nueva agencia de divisas, una cifra modesta de US$200 millones a un número pequeño de importadores que cumplían con los requisitos para participar, pero no divulgó el tipo de cambio que ofreció, una decisión que llevó a los observadores del mercado a especular que el tipo de cambio en la subasta fue mucho más débil que el oficial.
La falta de transparencia y el acceso limitado al nuevo sistema de canje de dólares también incrementó los temores de que no logrará cumplir con las necesidades del dólar de una economía que depende mucho de las importaciones.
«La gente y las empresas se desesperan por conseguir dólares en Venezuela para hacer negocios y pagar importaciones, componentes y provisiones, y es difícil explicar a personas de fuera las dificultades que uno tiene a la hora de intentar cambiar bolívares a dólares», señaló Russ Dallen, socio gerente de Caracas Capital Markets.
A medida que la moneda local se ha depreciado a unos 23 bolívares por dólar en el mercado negro, comparado con el tipo de cambio oficial de 6,3 bolívares por dólar, la escasez de bienes básicos como leche, aceite y harina ha empeorado.
Varios empresarios señalaron que algunas firmas están reduciendo su producción conforme sus flujos de recursos importados se han secado.
Los analistas especulan que si Maduro gana, reemplazará al ministro de Finanzas, Jorge Giordani. Un marxista devoto, Giordani tenía influencia sobre Chávez y es considerado como uno de los principales arquitectos del sistema económico de Venezuela.
Si Giordani saliera del gobierno, Maduro tendría mayor autoridad para moderar los controles cambiarios impuestos por Chávez hace una década para detener las fugas de capital. Eso aliviaría la escasez y corregiría algunos desequilibrios fiscales, aseveró recientemente Alejandro Grisanti, economista de Barclays
El ex ministro de Finanzas José Alejandro Rojas, considerado más pragmático que Giordani, sería un candidato a sustituirlo, según varias personas cercanas al gobierno. En un correo electrónico, Rojas dijo que estaba «previsto» que desempeñará un nuevo papel en el nuevo gobierno, pero no ofreció detalles.
Aun así, Maduro, o cualquier sucesor de Chávez, enfrentará serias dificultades económicas y pocas opciones para resolverlas, indican los analistas.
Información del WSJ