El mandatario uruguayo dijo que no le queda «otro camino» después de que fuera «violentada la intimidad por el juego del mercado».
MONTEVIDEO. El presidente de Uruguay, José Mujica, se disculpó ayer por unos comentarios sobre su colega argentina, Cristina Fernández y su difunto esposo, Néstor Kirchner, que motivaron una protesta del Gobierno argentino y los atribuyó a su origen humilde y a su pasado como guerrillero. Exactamente una semana después de que un micrófono abierto le captara decir por lo bajo a otra persona en una rueda de prensa la ya célebre frase «esta vieja es peor que el tuerto», Mujica pidió perdón durante su espacio semanal en la radio M24.
«Debo pedir sentidas disculpas a quienes pude lastimar en estos días por estos dichos, y sobre todo que son como nosotros, integrantes del sueño de la patria grande y federal», señaló en alusión a Fernández y Kirchner, cuyos nombres no mencionó en ningún momento en la cerca de media hora que duró su explicación. Al disculparse, advirtió también de que lo hace porque no le queda «otro camino» después de que fuera «violentada la intimidad por el juego del mercado», en referencia a la rápida y masiva difusión en los medios de comunicación de sus palabras, que se escucharon en una transmisión por internet de la Presidencia.
En la fatídica rueda de prensa Mujica afirmó «esta vieja es peor que el tuerto. El tuerto era más político. Esta es terca» en alusión a Kirchner (2003-2007) y a su viuda y sucesora en el cargo, Cristina Fernández. Luego añadió riendo: «pero a un Papa argentino que vive 77 años… ¿le va a explicar lo que es un mapa? ¿lo que es un mate o un termo?».
El mismo día la Cancillería argentina lamentó «profundamente» en un comunicado esas expresiones, que consideró «inaceptables» y «denigrantes», y advirtió que Fernández no va a realizar comentario alguno al respecto. El entorno de la presidenta argentina ha mantenido también un silencio casi sepulcral sobre el asunto, mientras que miembros de la oposición uruguaya criticaron a Mujica y le pidieron que se disculpara, entre ellos el ex presidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000).
Ayer, además de pedir perdón, el mandatario uruguayo tuvo palabras de empatía hacia la nación vecina, que en su opinión «sufre desde hace años» desde algunos sectores en Uruguay una «campaña casi permanente» en su contra pese a que «ha crecido mucho y nunca tuvo un gobierno que hiciera tanto por los postergados como el actual». «Tiene problemas, ¿pero quién no los tiene?», acotó el jefe de Estado, que dijo haber «tratado de hacer todo lo posible para sostener una relación que tenga en cuenta los intereses económicos de la gente que trabaja». Se refirió asimismo a su origen humilde para argumentar la inocuidad de sus desafortunados comentarios.
Las palabras
«Vengo de los barrios pobres y mis amigos de gurises (niños) andaban en zapatillas, casi no tenían juguetes», explicó antes de opinar que «si no existiera (el cantante de tango Carlos) Gardel», de origen arrabalero, «el lenguaje del Río de la Plata tendría notorias diferencias».
No obstante, su principal defensa fue haber tenido un pasado «clandestino» en la guerrilla tupamara, que combatió a varios gobiernos constitucionales en los 60 y 70 del siglo pasado, en una etapa de gran convulsión social en el país.
«No podemos evitar que nuestro hablar corriente, íntimo, entre pocos, nuestro lenguaje por momentos reo, sea áspero» e incluso «francamente canero (carcelario)» porque «durante muchos años pasamos por gamuzas y cuarteles» y «había que comunicarse adoptando las formas en esa lucha por sobrevivir», relató.
Por eso, -añadió- en su entorno «reinan los sobrenombres como mono, camello, lagarto, tuerto, rengo» que «poco tiene que ver con la libertad de prensa».
No es la primera vez que Uruguay y Argentina viven esta clase de episodio, que en esta ocasión provocó un estallido de comentarios en las redes sociales, desde alabanzas hasta burlas, e hizo correr ríos de tinta en la prensa de ambos países.
En 2002
El presidente Jorge Batlle (2000-2005) vivió una experiencia similar en 2002, cuando tuvo que disculparse con Argentina tras afirmar fuera de micrófonos que los ciudadanos de ese país eran unos ladrones «del primero al último». Probablemente tampoco será la última, por lo menos a tenor del resultado de una encuesta difundida esta semana en Uruguay según la cual el 76 % de los ciudadanos apoya los comentarios de Mujica sobre los Kirchner.