Por más de dos años y medio las personas sin hogar que viven en el albergue del Parque Naciones Unidas, ubicado en la Av. Páez de Caracas, han tenido que lidiar con botes de aguas negras, proliferación de ratas, filtraciones y grietas dentro de un lugar, donde han tenido que sobrevivir mientras, algún día, llega su adjudicación
“Una familia recibe medio pollo, un aceite y dos paquetes de arroz para cubrir una semana, cuando anteriormente la comida era lo que más sobraba en este lugar”
A medida que transcurren los días en el refugio Parque Naciones Unidas, ubicado en la Av. Páez de la urbanización Paraíso, municipio Libertador, las 81 familias albergadas buscan las maneras de acelerar su proceso de adjudicación de viviendas, denunciando a través de manifestaciones en la calle las precarias condiciones que han tenido que lidiar durante estos dos años y medio de convivencia.
Los damnificados, quienes ya no soportan vivir en un lugar donde los desagües de aguas negras mantienen anegadas las instalaciones, así como también los daños estructurales en el albergue, se cansaron de callar y decidieron manifestar al equipo reporteril del Diario La Voz, su descontento en contra de la gestión del ministro del Poder Popular para el Deporte, Héctor Rodríguez, quien fue designado como “padrino” del albergue.
Según relata la albergada Yohana Marchán, el mencionado funcionario ha hecho caso omiso a sus exigencias, que además de contemplar la pronta adjudicación de viviendas, también piden restaurar las grietas y filtraciones que tienen la mayorías de las paredes y techos. Asimismo, la falta del servicio del Aseo Urbano genera acumulación de desechos sólidos, por lo que las instalaciones se encuentran “invadidas” de ratas y gusanos.
La situación empeora cuando tienen que utilizar los baños, pues por encontrarse en estado deplorable los dos únicos existentes, sólo uno fue dejado al servicio para este total de familias, sin embargo, muchas han desistido de usarlo y preferir hacer sus necesidades en una vasenilla o en otro lugar alejado del refugio, a fin de evitar infecciones, dijo Marchán.
Comida incompleta
Otra las irregularidades que manifiestan los damnificados es el incumplimiento en cuanto al suministro de la comida, agua y medicamentos, pues en su mayoría pasan dos semanas sin recibir estos insumos y cuando finalmente llegan al refugio, la cantidad es muy poca para el total de familias que habitan aquí.
Así lo señaló Naidelin Marín, otra refugiada, quien denunció que actualmente una familia recibe medio pollo, un aceite y dos paquetes de arroz para cubrir una semana, cuando anteriormente la comida era lo que más sobraba en este lugar. Aseguran que únicos que se ven beneficiados y por grandes cantidades son los coordinadores y voceros, quienes se aprovechan de su jerarquía.
“Cómo es posible que estas personas duerman con aire acondicionado, con los mejores colchones y neveras, mientras que otras, incluyendo mujeres embarazadas y adultos mayores, duermen en el piso o bajo el inclemente temperatura, una vez que cae la noche, por no contar cobijas. A pesar que ellos han sido denunciados ante el padrino-ministro Héctor Rodríguez, la situación sigue sin mejorar”, concluyó.
Una reunión sin soluciones
Durante la mañana del miércoles una comisión del Ministerio de Hábitat y Vivienda acudió al refugio, con la intención de sostener un mesa de diálogo y buscar prontas soluciones a sus exigencias, en la que concluyeron que los damnificados deberán esperar ser adjudicados en el urbanismo Ciudad Tiuna, ubicado dentro del complejo militar Fuerte Tiuna, donde se encuentra en proceso de construcción.
Aunque los refugiados reconocieron a ver rechazado la reubicación en la parroquia Carayaca en el estado Vargas, por encontrarse alejado de sus lugares de trabajo, alegaron que esa no es una causa alguna para seguir esperando sus viviendas, cuyas obras aseveraron que se encuentran paralizadas, por lo que amenazaron de radicalizar sus acciones, después del próximo domingo, de no recibir respuestas favorables.
Mairy Chourio
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