Decenas de miles de estudiantes inundaron las calles de Chile el jueves en una concurrida manifestación para exigir educación gratuita.
Luego de dos años de marchas estudiantiles que han paralizado las principales ciudades chilenas y generaron esperanzas de cambio en un sistema colmado de problemas, la crisis por la reforma educativa sigue siendo un tema electoral relevante con vistas a los comicios presidenciales de noviembre.
Las protestas del jueves fueron en su mayor parte pacíficas. Los estudiantes enarbolaron banderas, entonaron cánticos y bailaron en las calles con una atmósfera festiva que evocó las creativas marchas de 2011, cuando miles se disfrazaron como superhéroes, organizaron besuqueos masivos y bailaron como zombis al ritmo de «Thriller», de Michael Jackson.
Pero las marchas, que con frecuencia son infiltradas por violentos grupos anarquistas, terminaron con choques entre la policía y vándalos encapuchados. La policía arrestó a 109 personas, incluidos 24 menores de edad, y se reportaron al menos seis agentes heridos.
Los organizadores de los estudiantes calcularon que la multitud reunida en la capital chilena el jueves rondó los 150.000. Las autoridades locales dijeron que la cifra era de unos 80.000. La prensa local la describió como una de las marchas más grandes en Santiago en más de dos décadas.
La magnitud de la protesta mostró la fortaleza del movimiento estudiantil en un año electoral, dijo la líder de los estudiantes Camila Vallejo.
«Simboliza que el movimiento estudiantil y social no se fue para la casa, que el movimiento llegó para quedarse», manifestó Vallejo a la radiodifusora local ADN.
Las protestas comenzaron durante el gobierno de Michelle Bachelet de 2006-2010, y crecieron hasta convertirse en paros y tomas de escuelas que la obligaron a reestructurar su gabinete. La ex mandataria trató infructuosamente de calmar al movimiento al nombrar una comisión para discutir las demandas estudiantiles.
Las protestas se han vuelto un engorro para el presidente Sebastián Piñera, cuyo gobierno pretende canalizar una parte del presupuesto 2013 a financiar créditos para estudiantes a bajas tasas de interés.
Pero los estudiantes dicen que es insuficiente porque el sistema aún padece de mala calidad educativa en las escuelas públicas, altos costos en universidades privadas, docentes mal capacitados y préstamos incosteables.
Sin importar quién gane las elecciones, el próximo presidente tendrá que abordar el que se ha convertido en uno de los temas más conflictivos en Chile.
«Si de una vez por todas el Parlamento y el Ejecutivo no se colocan los pantalones, este movimiento social le va a seguir dando muchos dolores de cabeza», dijo Valeska Concha, estudiante y portavoz del Movimiento de Estudiantes de Educación Superior Privada.
AP