El Consejo Nacional Electoral (CNE) dio a Maduro el 50,66% de los votos (7,50 millones de sufragios) y a Capriles 49,07% (7,27 millones) y dijo que los resultados son «irreversibles», con una participación del 78,71%.
Es un triunfo «justo, legal, constitucional», que da a los chavistas una «legitimidad revolucionaria», aseguró Maduro al comparecer en las afueras del palacio presidencial de Miraflores ante una multitud que no escondía su sorpresa por lo ajustado del triunfo.
Pero minutos más tarde, Capriles anunció al país que no reconocerá los resultados «hasta tanto aquí no se cuente cada voto de los venezolanos, uno por uno».
«Le exigimos al CNE que aquí se abran todas las cajas y que cada voto sea contado», afirmó Capriles, asegurando que el «derrotado» es el gobierno y Maduro.
El candidato oficialista y presidente encargado dio por su parte su acuerdo para que se haga una auditoría y no «quede duda» de los resultados.
También uno de los cinco rectores del CNE, Vicente Díaz, que ha denunciado abusos del gobierno durante la campaña, pidió al organismo una auditoría ciudadana para comprobar el 100% de los votos.
Celebración agridulce en Miraflores
«Este es un triunfo muy importante para el futuro del país, fue el legado de nuestro comandante, que ya no está aquí pero nos dejó a Maduro y él va a defender el proceso», dijo a la AFP Rafael Pérez, de 29 años, que acudió a Miraflores a celebrar la victoria.
Algunos no obstante expresaron su sorpresa: «Hubo muchos que se voltearon (dieron la espalda). Lo importante es que ganamos», dijo Efren Ramos, un médico de 44 años.
En el centro de campaña de Capriles, muchos seguidores lloraban emocionados, constató la AFP.
«Estoy muy desesperada porque trabajamos mucho en esta campaña para un futuro mejor y no acepto los resultados de este CNE. No puedo creer que este país tan hermoso siga votando por la inflación, por la violencia», declaró Daniela Brito, estudiante de 19 años, con lágrimas en los ojos.
Maduro, de 50 años, contó con la poderosísima arma que supuso la última voluntad de Chávez, que pidió el voto por su delfín antes de morir el 5 de marzo de cáncer, e hizo una campaña definiéndose como «el hijo» y «apóstol» del hombre fuerte que gobernó Venezuela desde 1999. También contó con todos los recursos del Estado.
No obstante, ninguna encuesta había previsto una victoria tan estrecha y las últimas estimaban que la brecha rondaba los diez puntos.
«Capriles queda como el líder indiscutible de la oposición y el no reconocimiento electoral le da permanencia a su lucha», escribió en Twitter el presidente de la firma Datanálisis, Luis Vicente León.
«El no reconocimiento de resultados por parte de la oposición esta hecho en plano legal y no representa un riesgo de conflicto en calle», agregó.
En las últimas elecciones de octubre, Chávez derrotó a Capriles por 11 puntos porcentuales, equivalentes a 1,6 millones de votos.
Falto del carisma de Chávez, ante una oposición fortalecida que pide el recuento de votos, los analistas prevén que la tarea de Maduro no será fácil .
Maduro tiene delante a una oposición que representa la mitad del país y que estos resultados la dejan en su mejor momento de los últimos 14 años.
Capriles, un joven abogado de 40 años y gobernador del estado Miranda (norte), se lanzó a la carrera en medio de una ola de emotividad entre los chavistas por la muerte de Chávez y una exaltación permanente del líder, convertido en una figura casi religiosa.
Ese gesto de «valentía política», además de un discurso más duro y directo buscando desligar a Maduro de Chávez, «le ha funcionado bien», dijo a la AFP el sociólogo Ignacio Avalos.
Maduro, exchofer de bus y exsindicalista, tiene previsto tomar posesión el próximo viernes y completará el periodo de seis años iniciado el 10 de enero, después de la vitoria de Chávez en octubre.
Fiel colaborador de Chávez desde el inicio de su revolución bolivariana, Maduro promete continuar el legado de su mentor en pro de los más desfavorecidos y mantener sus populares programas sociales costeados con los ingresos del petroleo -Venezuela tiene las mayores reservas mundiales-, pese a los síntomas de agotamiento de ese sistema subrayados por analistas.
Maduro afirmó por otro lado que desde el lunes anunciará las primeras medidas del nuevo gobierno centradas en los dos asuntos más apremiantes: la economía y la inseguridad.
Venezuela se enfrenta a una economía totalmente dependiente de la renta petrolera y las importaciones, golpeada por el déficit público, la inflación, la escasez y la sequía de divisas. Aunque el gobierno prevé un crecimiento del 6% del PIB este año, los analistas lo sitúan entre -2% y 2%.
«El colapso económico se sentirá de inmediato, tan buen punto empiece el nuevo gobierno», previno a la AFP el analista Luis Vicente León, director de la firma Datanálisis.
Romero, por su parte, se preguntó si Maduro mantendrá el modelo socialista, como dijo durante la campaña: «Puede dar una sorpresa, y tomar medidas más reformistas (…) La situación de Venezuela lo puede llevar u obligar a ser más pragmático», opinó Romero.
Atacar la inseguridad, que se tradujo en 16.000 homicidios en 2012, la mayor tasa de Sudamérica, también será una de las prioridades para el chavismo sin Chávez.
AFP