Hasta que el mandatario sea elegido, los infructuosos intentos por formar gobierno tras la elección de febrero -que no arrojó un ganador definido- continuarán, pero la caótica jornada de votación del jueves mostró cuán fracturado se mantiene el escenario político de Italia
ROMA. El Parlamento de Italia no logró elegir nuevo presidente de la nación en las dos primeras votaciones efectuadas el jueves, en medio de una rebelión en la centroizquierda contra su líder Pier Luigi Bersani que hundió a su candidato oficial y prolonga la parálisis política en el país.
Hasta que el nuevo presidente sea elegido, los infructuosos intentos por formar gobierno tras la elección de febrero -que no arrojó un ganador definido- continuarán, pero la caótica jornada de votación del jueves mostró cuán fracturado se mantiene el escenario político italiano.
El candidato de Bersani, el ex presidente del Senado Franco Marini, no alcanzó los dos tercios de los 1.007 votos necesarios para ganar en la primera votación y no obtuvo ninguno en la segunda, cuando muchos miembros de los bloques de centroizquierda y de centroderecha votaron en blanco.
Varias fuentes dijeron que los votos en blanco tuvieron la intención de proteger a Marini de una mayor humillación luego de la rebelión en el bloque de centroizquierda contra su candidatura que hacía imposible que obtuviera una mayoría de dos tercios de los votos entre los 1.007 legisladores de ambas cámaras y representantes regionales.
El fracaso de Marini, en una votación que es clave para llenar un vacío de gobierno desde que las elecciones de febrero resultaron en un estancamiento político, fue un cachetazo para Bersani.
El líder de la centroizquierda provocó una división en su partido al nominar a Marini en un acuerdo con el jefe de la centroderecha, Silvio Berlusconi.
Bersani declaró a periodistas que se reuniría con los electores de su fuerza para decidir los próximos pasos antes de la tercera votación, que se llevará a cabo el viernes por la mañana. Tras esa votación, sólo será necesario una mayoría simple para elegir al nuevo presidente.
Bersani dijo que debía aceptar que la elección había ingresado en «una nueva fase», indicando que la postulación de Marini, de 80 años, se abandonaría por ser una candidatura muy divisiva. La centroizquierda hará una nueva propuesta para la elección presidencial, señaló el dirigente.
Muchos parlamentarios de centroizquierda votaron por el académico Stefano Rodota, candidato del popular Movimiento 5 Estrellas liderado por el ex comediante Beppe Grillo.
Nichi Vendola, jefe del partido SEL aliado de Bersani, dijo que nominar a Marini «fue un error. El resultado es preocupante. Marini era un candidato que unía a la centroderecha, no a la centroizquierda».
El dirigente afirmó que a menos que cambie la situación, sus 46 representantes continuarán votando por Rodota.
El fracaso de Marini podría quebrar el acuerdo de Bersani con Berlusconi, que apunta a ayudarlo a él a formar un gobierno en minoría.
Bersani ha rechazado en reiteradas ocasiones acceder a las demandas de Berlusconi para formar un gobierno de coalición. Pero se cree que quiere negociar un acuerdo sobre la presidencia con la disposición de la centroderecha de apoyar un gobierno de centroizquierda.
La votación por el sucesor del presidente Giorgio Napolitano, cuyo mandato termina el 15 de mayo, es un paso crucial para resolver el estancamiento provocado por las elecciones que no dieron una mayoría a ningún partido.
Sin embargo, la elección de Marino provocó malestar en el Partido Democrático (PD) de Bersani y un encontronazo con su rival interno, Matteo Renzi, alcalde de Florencia.
Renzi describió a Marini como «un candidato del siglo pasado» que no tiene carisma o presencia internacional, y agregó que sólo fue elegido porque era aceptado por Berlusconi.
Un cargo «ceremonial»
El jefe de Estado en Italia es un cargo en gran parte ceremonial pero tiene una serie de funciones políticas vitales, como Napolitano demostró en el 2011 al nombrar a Mario Monti al frente de un gobierno de tecnócratas para reemplazar a Berlusconi, quien renunció en medio de un escándalo.
Será tarea del nuevo presidente terminar con el estancamiento, ya sea convenciendo a los partidos para que lleguen a un acuerdo que permita que se forme un gobierno o disolviendo el parlamento para convocar a nuevas elecciones.
Los comicios de febrero le dieron a la centroizquierda el control de la Cámara de Diputados pero no alcanzó la mayoría necesaria en el Senado para formar gobierno.
Agencias