Vestidos de rojo y llegados de todas partes de Venezuela, miles de personas prometieron este viernes: «¡No volverán!» a «la vieja oligarquía», cantaron «Patria querida», empuñaron consignas y vistieron bigotes de fieltro en honor a su nuevo líder, Nicolás Maduro.
Frente a la Asamblea Nacional (AN) en la Plaza Bolívar, un bastión chavista en el centro histórico de Caracas, los venezolanos vestían gorras y camisetas rojas, ondeaban banderas, llevaban poblados bigotes maduristas -incluidas las mujeres- y gritaban «duro, duro con Maduro», mientras el delfín del fallecido Hugo Chávez era investido en el Parlamento tras ganar los comicios del domingo.
Algunos lloraron cuando, de una de las tarimas dispuestas en los alrededores de la AN, sonaron los versos que cantó Chávez poco antes de morir el 5 de marzo, cuando se despidió al borde de las lágrimas de los venezolanos: «Patria, patria, patria querida / Tuyo es mi cielo, tuyo es mi sol».
Una de las dolientes era una mujer que se manifestaba portando un óleo, traído de su casa, con retratos naíf de Chávez, Simón Bolívar, Cristo y Dios, uno sobre el otro. «Con Maduro habrá amor y revolución», dijo la dueña de la obra, Mirna Guerrero, una barrendera de 41 años.
Venido de Anzoátegui (este) en uno de las decenas de autobuses interestatales estacionados en las calles aledañas, José Rondó dijo: «Maduro es el legado del presidente, apoyarlo a él es apoyar al comandante supremo (Chávez)».
«Maduro es la continuidad del proceso revolucionario en Venezuela y el mundo», agregó el electricista de 38 años.
«Vimos el cambio que hubo con la Revolución que nuestro comandante nos dejó y para adelante vamos», coincidió Giordanis Nava, un obrero de 38 años que viajó desde el Zulia (occidente) junto a cinco familiares.
«He visto mucho cambio. Ya me viene una casa por ahí, ya el proyecto está listo», agregó el revolucionario, refiriéndose al proyecto habitacional del gobierno conocido como Misión Vivienda y que provee techo con facilidades de pago a los más desfavorecidos.
Uno de sus acompañantes era un hombre sordomudo que llevaba un gran bigote de cartón improvisado, sostenido con una goma elástica, y una bandera venezolana amarrada en su espalda que lo convertía en un mástil ambulante. Con señas, asentía a todo lo que decía a la AFP su amigo Nava.
El ambiente en la plaza y sus alrededores era festivo y distendido, a pesar de las protestas contra la investidura de Maduro, considerada ilegítima por la oposición y del inflamable clima político que vive Venezuela, que desde el lunes ha dejado ocho muertos y 60 heridos, según el gobierno.
Sentado en un banco, un anciano de 86 años respondió sin dudar: «Me dio mi pensión», cuando se le preguntó en qué lo habían beneficiado los 14 años de gobierno chavista. «Son 245 (38,8 dólares al cambio oficial) bolívares al mes. Antes no tenía pensión. Yo no tomo aguardiente, no fumo, no tengo vicio. Ahí me rinde», explicó Manuel Torres, que trabajaba como vigilante dos décadas atrás.
Mientras tanto, en el este de Caracas, la otra mitad de los venezolanos caceroleaba y se disponía a acatar la sugerencia del líder opositor Henrique Capriles de manifestar su descontento con una investidura que consideran ilegítima transmitiendo acordes de salsa.
Uno de los temas de salsa más populares, interpretado por el neoyorquino Willie Colón y que reza en su estribillo «¡Ataca, flaco!» (apodo de Capriles), prometía ser uno de los más populares en sonar en la ciudad, a juzgar por los comentarios de los opositores en Twitter.
Pero en la Plaza Bolívar, la mitad chavista del país celebraba. «Seguimos, sí; paramos, no / Que viva el Che Guevara, Fidel Castro, Venezuela y ahora Maduro / Duro duro con Maduro», cantaba un animador en ritmo de reggaeton.
AFP