Aunque al principio obtienen lo que quieren, pueden, después, perder lo ganado cuando los hombres descubren lo interesadas que son, por lo que un cuerpecito bonito está en desventaja con una mente centrada
Más que seguir la moda, con algunos escotes propios de la coquetería femenina, hay mujeres que prefieren las prendas de vestir que exponen a la luz pública las ventajas físicas de un pecho grande o un derrière pronunciado que, con mucha probabilidad, son resultado de una visita al quirófano.
Igualmente, valiéndose de sus encantos, ellas no hacen esfuerzos por conseguir lo que quieren por sí mismas, sino que cazan a un hombre que se transforma en su presa cuando no se puede resistir ante sus encantos y terminan cautivado por ellas.
Asimismo, a menos que quiera una mujer sólo para exhibirla, al lado de una fémina frívola, un varón no puede ser feliz por más que crea lo contrario. Y, al tiempo, él se cansará. O si él pierde su minita de oro, más temprano que tarde, ella lo reemplazará por otro macho que sí pueda complacerla en sus banalidades sin que las emociones pesen ocasionándole algún arrepentimiento o sentimiento de culpa.
1. Una viuda negra
de estos tiempos
Aparte de muy bonita a sus veinticinco años, porque tenía un buen cuerpo, un largo cabello y unas bonitas facciones, Joselyn sabía bien aprovechar sus atributos físicos. Cuando no vestía las minifaldas tan cortitas que a duras penas podía sentarse, usaba vestimentas de una tela tan clara que la ropa interior se le veía, con lo cual dejaba muy poco, o nada, a la imaginación de sus espectadores, en su mayoría masculinos, que por supuesto eran presa de sus encantos aunque no todos cedían tan fácilmente ante esas cualidades banales como esta joven pensaba.
Aunque muchos pretendientes la asediaban, Joselyn no tenía novio formal. No había aparecido quien la sacara, como quien dice coloquialmente, de abajo. Y como no encontraba al macho ideal que llenara plenamente sus expectativas, como una billetera bien repleta, ella le había puesto el ojo a un abogado que trabajaba en su misma empresa. Era obvio que él se derretía por ella, por lo que ya Joselyn, como una mismísima viuda negra de estos tiempos, le había extendido su tela de araña para que, inadvertidamente, cayera directo en pleno centro.
Rodrigo, como se llamaba el hombre de leyes, había tenido con Joselyn un trato muy especial, siempre estaba dispuesto a complacerla si ella pedía algo, para, de ese modo, demostrar el interés que ella había despertado en él. Él era alto, blanco, de cabello rubio, de contextura mediana, ojos cafés, pero no tan ingenuo como parecía, o por lo menos como ella lo creía, así que no sería una presa tan fácil de caer en sus redes tal como Joselyn intuía.
2. Dos mujeres persiguiendo
al mismo hombre
Joselyn juraba que Rodrigo estaba comiendo en su mano, pero él ya la había analizado hasta dar específicamente con la clase de mujer qué era, una fémina interesada, frívola y sin valores. Sin embargo, como todo hombre, no estaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad que le brindara y, luego, quién sabe, pero lo menos que él buscaba tener con ella era una relación seria porque no podía hacerlo con una mujer así. Tan sólo él decidió seguirle el jueguito, y representar como todo un actor el papel que esta mujercita en su representación teatral le asignó pensando que ella tenía el control.
En la misma empresa, cerca de Rodrigo, estaba Samantha, una joven tan atractiva como Joselyn, que se sentía muy atraída por este caballero, y que le había demostrado que era muy diferente a la otra, pues, también ejercía profesionalmente el derecho y se ganaba su propio dinero. No necesitaba, entonces, que la mantuviesen, ya que obtenía lo que quería por sus meritos, sin la ayuda de terceros, y menos aún exhibiéndose cual mercancía en bazar popular tal como lo hacía su contrincante.
Aunque Samantha era atractiva, no lucía como Joselyn, pues, más que andar con tacones súper altos que le impidieran mantener el equilibrio a duras penas y con una minifalda que le negara la posibilidad de sentarse sin estar pendiente de que se le viera algo, prefería la comodidad. Aunque tenía el cabello bien largo, la mayoría de las veces, lo llevaba recogido en una cola, que le resultaba más elegante que sensual, y que la hacía sentirse más cómoda al igual que la ropa que vestía.
Más que parecer una gata en celo, Samantha prefería inspirar respeto. No obstante, un día decidió lucir como una chica sensual para que Rodrigo se diera cuenta de que ella era tan atractiva, o más, que su competidora. Eso le resultó. Sin embargo, optó por dejar más a la imaginación que su adversaria porque eso demostraba tan sólo un lado tanto banal como superficial que afortunadamente ella no tenía.
3. Metales preciosos
versus plástico
Entonces, un viernes, para demostrar cuáles cualidades físicas tenía, Samantha eligió un vestido ceñido y zapatos altos. Llevó su larga y rubia cabellera suelta que contrastaba con sus ojos claros mientras así lucía mejor su esbelta figura.
Al ver vestida de ese modo a Samantha, mientras Joselyn se moría de la envidia, el corazón casi se le salía a Rodrigo, pues, esa mujer lo tenía todo: belleza, inteligencia, talento y bondad. Por ello, él no tardó en invitarla a salir y, luego, al mes, en hacerla su novia formal, así que, de la noche a la mañana, Rodrigo perdió el interés en Joselyn, que no tenía armas para vencer a su contrincante, porque aquélla no estaba hecha de plástico sino de preciosos metales que de lejos brillaban y perduraban con el pasar del tiempo.
¿Vale la pena
ser tan banal?
*** Hay mujeres que por sólo sacar provecho de sus cualidades físicas han sufrido decepciones tan fuertes que, en el peor de los casos, han acabado suicidándose, y en situaciones menos drásticas, en contra de su voluntad, terminan solas porque, al final, se descubre quiénes son en verdad.
*** Aunque al principio obtienen lo que quieren, pueden, después, perder lo ganado cuando los hombres descubren lo interesadas que son, por lo que un cuerpecito bonito está en desventaja con una mente centrada, en lo que se refiere a alcanzar la dicha, más cercana de lo espiritual que de lo material.
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas