VATICANO. El papa Francisco «desbloqueó» la causa de la beatificación del arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, muy popular en América Latina luego de su muerte y llamado «la voz de los sin voz», asesinado el 24 de marzo de 1980 por paramilitares derechistas en el inicio de la violencia promovida por la dictadura de ese país, que continuó hasta 1992.
«La causa de beatificación se desbloqueó», anunció el postulante de la causa, monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo de la Familia, según reportó la agencia Ansa, tras reunirse el sábado con el pontífice, por lo que los medios italianos dedujeron que la decisión de seguir adelante con esa causa salió de ese encuentro.
Romero, que solía pronunciar encendidos discursos en favor de los pobres y contra la violencia de la dictadura salvadoreña, fue asesinado mientras daba misa en la capilla del Hospital Divina Providencia de la capital salvadoreña.
Su homicidio se produjo días después de decir en otra misa: “Soldado: una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. En nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de dios: ¡cese la represión!”.
En 1994, dos años después de firmarse la paz con que concluyó la guerra civil en este país centroamericano que dejó un saldo de 75.000 muertos o desaparecidos, el sucesor en la arquidiócesis de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, inició su proceso de beatificación.
En el año 2000 la Congregación para la Doctrina de la Fe comenzó en el Vaticano el estudio de todos los discursos de Romero. En 2005 monseñor Paglia aseguró públicamente que “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”.
Sin embargo, la beatificación de monseñor Romero permaneció bloqueada hasta este anuncio del obispo Paglia.
Católicos contestatarios citados por el portal Terra, como el obispo francés Jacques Gaillot y el teólogo suizo Hans Küng deploraban desde hace años que el proceso de beatificación de Romero, abierto en 1996, hubiera sido, según ellos, «bloqueado».
Juan Pablo II y Benedicto XVI desaprobaron siempre los excesos de la Teología de la Liberación, un desvío peligroso, según ellos, del cristianismo hacia la lucha de clases preconizada por el marxismo.
Monseñor Romero, antes de su muerte, habría sufrido la falta de apoyo de Juan Pablo II, sintiendo que éste lo había «abandonado», afirmó en 2011 el teólogo italiano Giovanni Franzoni.
Agencias