BOSTON. Entre música lúgubre de gaitas, más de 4.000 personas rindieron él miércoles homenaje al policía del Instituto Tecnológico de Massachusetts al que emboscaron en su patrulla los responsables de los bombazos contra el maratón de Boston, en tanto que los investigadores, en su intento por llegar al fondo de la trama de la tragedia, buscan respuestas con los padres de los hermanos Tsarnaev en Rusia.
En un indicio del regreso lento y penoso de las actividades a la normalidad en Boston, la zona próxima a la línea de meta en la calle Boylston fue reabierta nueva días después de los atentados.
En el Capitolio, los legisladores plantearon la pregunta de si alguna falla en transmitir la información de inteligencia disponible pudo haber contribuido a los atentados explosivos del 15 de abril en los que murieron tres personas y más de 260 resultaron heridas.
Los estudiantes, miembros de la facultad y empleados del Instituto Tecnológico de Massachusetts (conocido como MIT por sus siglas en inglés), agentes de toda la nación y el vicepresidente Joe Biden se dieron cita en la escuela de estudios superiores en Cambridge para recordar a Sean Collier, policía del MIT que de acuerdo con las autoridades fue muerto a tiros por Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev tres días después de los atentados explosivos.
Las personas que acudieron al homenaje hicieron una fila que se extendió unos 800 metros (media milla). Para asistir pasaron por estrictas medidas de seguridad, como detectores de metales y perros entrenados para detectar bombas con el olfato.
Biden dijo a la familia Collier que ningún hijo, hombre o mujer, debe morir ante sus padres, pero el dolor de esa situación se superará con el tiempo.
«Llegará el día en el que se recuerde a Sean y uno sepa que las cosas están bien», dijo el vicepresidente. «Cuando el primer instinto sea una sonrisa en los labios antes que una lágrima en los ojos», apuntó.
Dzhokhar Tsarnaev, de 19 años, se encontraba en condiciones aceptables de salud mientras se recupera de las heridas que sufrió la semana pasada en su intento por escapar de la policía. Enfrenta la pena de muerte si se le declara culpable de tramar con su hermano mayor los atentados, en los que las bombas —ollas exprés llenas de fragmentos de hierro— hicieron explosión entre la multitud durante la carrera de 42,16 kilómetros (26,2 millas). Su hermano, de 26 años, murió la semana pasada en un enfrentamiento con la policía.
Las bombas fueron detonadas a control remoto, según autoridades federales cercanas a la investigación y que solicitaron el anonimato porque no estaban autorizadas a hacer declaraciones sobre el particular.
Se desconoce el tipo de dispositivo utilizado, pero según los cargos presentados contra Dzhokhar, el único sospechoso vivo, utilizaba un teléfono celular momentos antes de las explosiones.
Muchos establecimientos ubicados en la calle Boylson —bancos, restaurantes y gimnasios— continuaban cerrados. Pero una cafetería cercana Starbucks abrió por primera vez y permitió a sus clientes que retiraran bolsos, celulares, mochilas escolares y otras pertenencias que habían abandonado cuando la gente huyó aterrorizada tras los estallidos de las bombas.
«No creo que habrá por algún tiempo un sentido de normalidad», dijo tom Champoux, quien trabaja a unas cuantas cuadras de distancia, mientras señalaba hacia el cemento y las ventanas selladas con tablas. «Hay cicatrices que nos quedarán por mucho tiempo», apuntó.
Por su parte, investigadores estadounidenses viajaron a la provincia predominantemente musulmana de Daguestán, en el sur de Rusia, y establecieron comunicación con los padres de los hermanos, con la expectativa de encontrar elementos que les permitan aclarar los motivos de los cruentos atentados.
Los padres, Anzor Tsarnaev y Zubeidat Tsarnaeva, tienen previsto viajar el viernes en avión a Estados Unidos, dijo el padre citado en un despacho de la agencia noticiosa estatal rusa RIA Novosti. La familia ha dicho que desea llevar a Rusia el cadáver de Tamerlan Tsarnaev.