Expertos que no participaron en el estudio advirtieron que otras sustancias han demostrado efectos similares en células de ratones pero no funcionaron en los seres humanos
NUEVA YORK. Un grupo de científicos identificó una hormona que podría aumentar notablemente el número de células productoras de insulina en los ratones, un descubrimiento que en el futuro quizá sería capaz de conducir a un tratamiento para el tipo más común de diabetes.
Los seres humanos tienen su propia versión de esta hormona, y el nuevo estudio sugiere que aumentar el poderío de los diabéticos podría ayudarles a evitar las inyecciones de insulina.
Eso les daría mayor control sobre sus niveles de azúcar en la sangre, dijo Douglas Melton, de la Escuela de Medicina de Harvard, autor principal de un informe que publica el jueves la revista Cell.
Expertos que no participaron en el estudio advirtieron que otras sustancias han demostrado efectos similares en células de ratones pero no funcionaron en los seres humanos. Melton dijo que esta hormona es diferente debido a que su efecto es de una potencia inusual y solo está restringida a las células productoras de insulina.
Unos 371 millones de personas en el mundo padecen de diabetes, condición en que la insulina no llega a controlar los niveles de azúcar en la sangre. Un nivel elevado de azúcar en la sangre puede producir enfermedades cardíacas, apoplejías y fallas en riñones, ojos y sistema nervioso. Por lo menos el 90 % de las diabetes son de Tipo 2, y algunos de esos pacientes deben inyectarse insulina. Melton dijo que la hormona recientemente identificada podría algún día poner fin a la necesidad de inyecciones de insulina y ayudar a otros pacientes a evitarlas.
En cuanto a su uso posible para el tratamiento de la diabetes de Tipo 1, Melton consideró que era muy difícil debido a las diferencias en la biología de esa enfermedad.
La insulina es producida por las células beta en el páncreas.
Melton y sus colaboradores identificaron la hormona que designaron betatrofina en los ratones. Cuando forzaron al hígado de los ratones a segregar más insertando copias extra del gen, el número de células beta se triplicó en comparación con los ratones no tratados. Los exámenes indicaron que las nuevas células funcionaron normalmente.
Melton dijo que se ignora cómo funciona la hormona. Ahora los investigadores buscan crear una forma inyectable que puedan poner a prueba en ratones diabéticos, agregó. Si todo sale bien, las pruebas en seres humanos podrían efectuarse pronto.
El médico Peter Butler, investigador de diabetes en la Universidad de California en Los Angeles, que no participó en el estudio, advirtió en un correo electrónico que todavía no se han presentado pruebas de que la hormona haga proliferar las células beta en los seres humanos.
Pero Philip DiIorio, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts en Worcester, consideró el estudio «muy promisorio» porque ofrece nuevas vías de investigación y dijo que algún día podría ayudar a hacer acopio de células beta humanas en un laboratorio para trasplantar a pacientes.