BUENOS AIRES. Un nuevo papa de América Latina que desea crear «una Iglesia para los pobres» está alimentando esperanzas entre los defensores de la teología de la liberación, un movimiento de activismo social que alarmó a otros papas al desplazarse a tendencias izquierdistas.
El papa Francisco, tiene lo que hace falta para arreglar la Iglesia, que está «en ruinas» que ha «perdido el respeto para lo que es sagrado», dijo el sábado Leonardo Boff, prominente teólogo de la liberación.
«Con este papa, jesuita, del Tercer Mundo, podemos respirar con alegría», dijo Boff en una feria de libros de Buenos Aires. «El papa Francisco tiene el vigor, y tiene la ternura, para crear un nuevo mundo espiritual».
Papas anteriores presionaron al teólogo brasileño de 74 años a mantenerse en silencio para tratar de marcar una diferencia significativa entre los sacerdotes socialmente activos y las políticas de izquierda. En su condición de principal cardenal de la Iglesia argentina antes de ser papa, Francisco fortaleció esta diferencia, sugiriendo en 2010 que dar a las Escrituras una interpretación marxista sólo les busca problemas a los sacerdotes.
Pero Boff dice que la etiqueta de un conservador de mente cerrada simplemente no va con Francisco.
«El papa Francisco viene con la perspectiva de muchas iglesias en América Latina, no tanto discutiendo tesis teológicas que los europeos saben mucho mejor que nosotros. Nuestras iglesias trabajan juntas para apoyar causas que son universales, causas como los derechos humanos, desde la perspectiva de los pobres, el destino de la humanidad sufriente, el servicio a la gente de la periferia».
El movimiento de la teología de la liberación, que trata de liberar tanto las vidas como las almas, surgió en la década de 1960 y rápidamente se extendió, especialmente en América Latina. Sacerdotes y laicos comenzaron a participar profundamente en la defensa de los derechos humanos y las batallas sociales. Algunos quedaron atrapados entre los gobiernos represivos y los rebeldes, a veces al costo de sus vidas.
Entre los mártires del movimiento están el arzobispo salvadoreño Oscar Romero, cuyas fuertes críticas al gobierno militar del país llevaron a su asesinato mientras decía misa en 1980.
Jessica Weiss / AP