Como por arte de magia y con las primeras lluvia caída sobre nuestra chamusqueada y quemada vegetación, a todo lo largo de las carreteras de Barlovento, comenzaron a aparecer las tradicionales flores amarillas, símbolo inequívoco de nuestro árbol nacional, El Araguaney y que en esta época del año florece como cual baño de oro inunda nuestros paisajes.
Asimismo, las lluvias que refrescan todo nuestros espacios chamusqueados y afeados por el negro hollín de tanta candela recibida, parecieran traer consigo nueva vida a la naturaleza, la cual comienza a teñirse de verde, esa esperanza que es vida para nuestras especies, aves y pájaros, que inundan con sus alegres cantares los sentidos por doquier.
Mayo es el mes de las flores, de la vida, del renacer, del Trabajador, de la Virgen María, de Las Madres, del Santo Rosario y también del Araguaney, nuestro Árbol Nacional con su amarillo incandescente que representa las riquezas de nuestra patria y el primer eslabón de nuestro símbolo patrio como es la Bandera Nacional, como argullo de ser venezolana.
A todo lo largo de todas nuestras carreteras, esas que circundan la región barloventeña, podemos observar entre montañas y cerros, los capullos de flores amarillas que brillan en señal de belleza y colorido como un llamado a la protección de nuestro ecosistema y como símbolo de grandeza a través de cada año a la llegada del mes de la abundancia.
Los olores a flores se desparraman por todas partes y junto a ellos el cantar de los pájaros que con su alegre trinar enaltecen toda nuestra geografía, dando la sensación de bienvenida a de un nuevo mes, cargado de aromas y de sutil belleza, impuestas por nuestro creador.
HLR