BEIRUT. Una bomba en el centro de Damasco, ciudad controlada por el Gobierno de Siria, dejó 13 muertos el martes, dijo la televisión estatal, mientras rebeldes y leales al presidente Bashar al-Assad intercambiaban acusaciones sobre lo que dijeron fue un ataque con armas químicas el día anterior.
Los vecinos describieron escenas de extrema violencia en Marjeh Square, en un distrito comercial ubicado en el corazón de la capital, con docenas de autos y edificios dañados por la bomba que explotó frente a la ex sede del Ministerio del Interior.
«Salieron vidrios disparados por toda la cuadra y los dueños de los negocios barrían los vidrios frente a sus tiendas», dijo un residente que prefirió no ser identificado, temiendo ser arrestado por hablar con los medios.
La televisión estatal siria dijo que 70 personas resultaron heridas, algunas de gravedad, en lo que sostuvo fue un ataque de «terroristas» que buscan derrocar a Assad.
Tres bombas de mortero cayeron en el distrito de Baramkeh, en manos del Gobierno, unas horas después de la explosión, dijeron activistas de la oposición.
El Observatorio Sirio con sede en Gran Bretaña reportó la muerte de nueve civiles y tres hombres de seguridad y dijo que la cifra de fallecidos probablemente aumentará.
El hecho ocurrió un día después de que el primer ministro Wael al-Halki sobrevivió a un ataque contra su convoy en la capital siria.
Activistas de la oposición describieron escenas similares de violencia en la ciudad central de Hama, donde dijeron que 13 civiles murieron en un fuerte bombardeo del Gobierno.
Los enfrentamientos en Siria, que están ingresando en su tercer año, se han intensificado el último mes con las fuerzas del Gobierno buscando aplastar los avances rebeldes. Hasta el momento unas 70.000 personas murieron en la guerra civil.
Ambas partes se culparon entre sí por lo que dijeron fue un ataque químico en la ciudad norteña de Saraqeb el lunes.
Estados Unidos ha dicho que evalúa el uso de armas químicas en Siria como una «línea roja» pero, preocupado de datos falsos de inteligencia como los que se usaron para justificar la guerra de Irak en el 2003, Washington ha dicho que quiere pruebas antes de tomar alguna acción.
Irán, el principal aliado del Gobierno sirio y autodeclarado enemigo de Estados Unidos, se hizo eco de esa postura el martes al decir que también veía el uso de armas químicas como una «línea roja».
El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Akbar Salehi, no mencionó qué tipo de acción Teherán podría tomar si se comprobara el uso de armas químicas, pero dijo que la oposición era la culpable.