Obviamente, el objetivo del chavismo es inclinar la correlación de fuerzas a su favor y retomar la iniciativa. Pero no se sabe cómo piensa superar la situación ni cuáles son las políticas que seguirá de acercamiento a la clase media y a los descontentos de sus propias filas. ¿Se abrirá un diálogo con el sector productivo? ¿A qué acuerdos puede llegar con los partidos de oposición?
La defenestración de Carlos Andrés Pérez de la presidencia de la República en 1993 dio lugar a que se creara un estado psicológico, en buena parte de la población, que tiende a visualizar los cambios políticos en términos de rupturas abruptas, que no dependen de los mecanismos de alternancia regulados por el cronograma electoral. Desde entonces, se ha hecho costumbre esperar “desenlaces inminentes” y son frecuentes las expresiones como “no pasará de este año”, “¿cuándo se va?”, “no llegará al final del período”.
Inmediatamente después de la salida de Pérez comenzaron a escucharse con frecuencia ese tipo de frases. Así se inaugura el gobierno de Rafael Caldera, entre rumores y desmentidos, en medio de la crisis bancaria de 1994. Hasta un escándalo se armó por el anunció de un famoso astrólogo sobre el “ocaso” del viejo líder socialcristiano. Luego vinieron los 14 años de Chávez. A partir del año 2000 nunca se dejó de anunciar que “en pocas semanas” o “meses” llegaría “el desenlace”. Después de todo, la conseja es que si Pérez había salido del Gobierno antes de culminar su período ¿Por qué sería distinto con los demás?
A Nicolás Maduro le ha tocado iniciar su período como presidente con el mismo rumor: “no llegará hasta el final”, “sale este año”. Ahora bien, que efectivamente estas predicciones se hagan o no realidad dependerá de las decisiones que tomen los diferentes factores políticos y sociales, dentro y fuera del país. ¿Cuáles son los planes del Gobierno para evitarlo? ¿Qué hará la Mesa de la Unidad?
Obviamente, el objetivo del chavismo es inclinar la correlación de fuerzas a su favor y retomar la iniciativa. Pero no se sabe cómo piensa superar la situación ni cuáles son las políticas que seguirá de acercamiento a la clase media y a los descontentos de sus propias filas. ¿Se abrirá un diálogo con el sector productivo? ¿A qué acuerdos puede llegar con los partidos de oposición?
En lo que se refiere a la oposición, la auditoría puede o no ser aceptada. Es una decisión política que depende de hacia dónde se apunta. Si es hacia una ruptura o hacia una evolución progresiva. En el primer caso estaría planteada de inmediato, o a corto plazo, la salida forzada de Maduro, por medio de una suerte de “primavera árabe” o un nuevo 11 de abril. En el segundo, las decisiones se acoplarían al cronograma electoral, en la perspectiva de las parlamentarias de 2015, el revocatorio de 2016 y las presidenciales de 2019.
Al parecer, Capriles ha escogido un camino simiricuire. La presentación de impugnaciones ante el Consejo nacional Electoral o el Tribunal Supremo representan, desde un punto de vista jurídico, un reconocimiento de la decisión tomada por ese organismo, al que se le solicita revisar determinados aspectos del proceso. Un paso atrás, que sugiere un camino distinto a una rebelión abierta contra las instituciones. Será cosa del tiempo, para que la estrategia se incline hacia “un nuevo 11 de abril” o “hacia las elecciones de 2015”. Veremos.
Leopoldo Puchi