Las ganancias de las corporaciones estadounidenses, medidas como porcentaje del PIB del país, alcanzaron en 2012 un nivel récord desde finales de la Segunda Guerra Mundial (Floyd Norris, «US bounce confined to business»,International Herald Tribune, 6 mayo, 2013). Sin embargo, el desempleo en Estados Unidos alcanza a 12 millones de personas, excluyendo de esa cifra a los que dejaron de buscar trabajo por no conseguirlo durante largo tiempo (Paul Krugman, «The jobless catastrophe», International Herald Tribune, 24 abril, 2013). ¿Cómo es posible que las corporaciones estén tan bien y el empleo tan mal? La respuesta es fácil. A través de la externalización de empleos a países de menor costo de mano de obra, las compañías realizan grandes ganancias y, para responder a la competencia que ellos mismos generan, automatizan los procesos productivos en EEUU. De acuerdo a Rana Foroohar: «Los empleos que desaparecen de la economía estadounidense no sólo son resultado de las externalizaciones sino también de las computadoras y de los robots que sustituyen a los seres humanos» («What ever happened to upward mobility?», Time, 14 noviembre, 2011).
Los empleos que aún se están creando, básicamente en el sector de los servicios, no sólo son de alta precariedad laboral sino también de baja calificación. Un reporte de 2011 de la consultora McKinsey señalaba que más de la mitad de los empleadores a quienes entrevistaron respondieron que en los próximos años seguirían moviéndose dentro del marco del empleo temporal o a tiempo parcial (Edward Luce, Time to Start Thinking, London, 2012). Los empleos disponibles en el mercado laboral, de su parte, se encuentran en áreas como personal doméstico, atención telefónica a clientes, porteros y conserjes, preparadores de comida, personal de enfermería doméstico, etc. (Edward Luce, citado).
Para hacer frente a la competencia externa el sector manufacturero estadounidense está enfatizando la eficiencia productiva por vía de fabricas «súper automatizadas». Ejemplo de esta tendencia se encuentra en la tecnología de la impresión en tercera dimensión, en la cual no hay intermediarios humanos entre el diseñador de muy alto nivel y el objeto físico manufacturado (Time 22 abril, 2013). La competencia externa a la que se busca hacer frente es con gran frecuencia impuesta por las propias corporaciones estadounidenses, al fabricar en el exterior a muchos menores costos. Así las cosas, las mismas se benefician por partida doble a expensas del trabajador norteamericano.
Dos grupos humanos están en capacidad de hacer frente al desempleo en Estados Unidos. De un lado el 10% de arriba conformado por los financistas de Wall Street, los empresarios de Silicon Valley, los gerentes corporativos o los doctores en física o ingeniería. Del otro, como señalábamos, los de bajo nivel de preparación en el área de los servicios. David Autor, reconocido economista de MIT, ha denominado a este fenómeno como el «medio faltante» (Edward Luce, citado). El resultado de este proceso queda ejemplificado por Walmart, cuyo presidente gana más en dos semanas que lo que el vendedor de alguno de sus supermercados lo hace a lo largo de toda una vida.
Alfredo Toro Hardy