«Es un evento extraordinario que sacude a todos los católicos por la santidad de la madre Laura», dijo a la AFP Gloria Giraldo, un ama de casa de 53 años que vino a este poblado con ocasión de la canonización de la religiosa, que nació en Jericó en 1874.
Giraldo, quien se declara una ferviente católica, cree que con la canonización de la madre Laura va a aumentar la fe entre los colombianos y confía en que por su «intersección el país encuentre el camino de la paz».
Colombia padece desde hace cerca de medio siglo un sangriento conflicto armado que el presidente Juan Manuel Santos intenta desactivar mediante una negociación con la guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Las FARC, con unos 8.000 combatientes, es la guerrilla más antigua de América Latina y la principal de Colombia, después del guevarista Ejército de Liberación Nacional (ELN, 2.500 integrantes).
Giraldo es una de las cerca de 4.000 personas que según las autoridades locales llegaron a Jericó con ocasión de la canonización de la monja, quien falleció en 1949.
La canonización se realizó este domingo en una ceremonia solemne en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, a la que asistió el presidente Santos y una nutrida comitiva.
Debido a la diferencia horaria (7 horas), la ceremonia fue seguida desde la madrugada a través de una gran pantalla de televisión instalada en la plaza central de Jericó, donde cientos de personas se congregaron con velas encendidas y abrazando cuadros con la imagen de la nueva santa de este país, donde el 80% de la población dice ser de religión católica.
En el momento en que en la Plaza de San Pedro el papa Francisco canonizaba a Montoya, en la plaza de Jericó se descubrió una gran cuadro de la religiosa colombiana que pendía de la fachada de la catedral del pueblo, al tiempo que estallaban multicolores fuegos artificiales.
Uno de los benefactores del gigantesco cuadro es Luis Alfonso Correal, nacido en Jericó hace 81 años, quien aseguró a la AFP que su «devoción a la madre Laura» lo curó el año pasado de un cáncer en el páncreas.
Otros, aunque creyentes pero no tan fervorosos, vinieron a Jericó con ocasión del acontecimiento, pero también aprovechando la ocasión para hacer un poco de turismo.
Es el caso de Roberto García, un comerciante de la ciudad de Manizales, capital del departamento (provincia) de Caldas, quien dijo a la AFP que vino porque le «tiene fe a la monja», pero también para conocer el pueblo.
En medio del fervor de los devotos de la nueva santa colombiana y el orgullo y alegría de los jericuanos, surgió un mercado que explota la memoria de la religiosa, quien se caracterizó por su trabajo entre los indígenas y la pedagogía.
Estampas, rosarios, escapularios, cuadros de los mas diversos tamaños, eran los principales productos de mercadeo que se ofrecían en las calles de este poblado de cerca de 20.000 habitantes y colorida arquitectura colonial, ubicado en el departamento de Antioquia (noroeste).
AFP