LAGOS. El presidente de Nigeria declaró un estado de emergencia el martes en el noreste del país al admitir que extremistas islámicos controlan algunos pueblos y ciudades, y prometió enviar más efectivos para combatir lo que se ha convertido en una rebelión abierta.
El presidente Goodluck Jonathan, hablando en directo por las cadenas estatales de radio y televisión, también advirtió que cualquier edificio sospechoso de albergar a extremistas islámicos será derribado en lo que describió como la «guerra» que encara la nación más poblada de África. Sin embargo, no se sabe hasta qué punto los poderes de emergencia lograrán detener la violencia, ya que un esfuerzo similar no pudo poner fin al derramamiento de sangre.
«Parece que hay un esfuerzo sistemático por parte de los insurgentes y terroristas para desestabilizar el estado nigeriano y poner a prueba nuestra determinación colectiva», dijo Jonathan.
Jonathan dijo que la orden afectaba los estados de Adamawa, Borno y Yobe. Explicó que los estados recibirán más efectivos militares, pero los políticos locales se mantendrán en sus puestos. De acuerdo con la ley de Nigeria, el presidente tiene el poder de remover a los políticos de sus cargos e instalar un gobierno provisional.
Desde 2010, más de 1.600 personas han muerto a consecuencia de los ataques de insurgentes islámicos, según un recuento de Associated Press. Recientemente, el ejército de Nigeria dijo que ahora los combatientes islámicos utilizan armas antiaéreas montadas en camiones para luchar contra los soldados de la nación, con lo que están mejor equipados que las fuerzas de seguridad del país, que ya se encuentran sobrecargadas.
En Nigeria también existe violencia por los enfrentamientos entre diferentes grupos étnicos que dejan decenas de muertos. Recientemente, decenas de policías y agentes de la agencia interna de espionaje fueron asesinados por una milicia.
Jon Gambrell / AP