Como lo hemos venido sosteniendo, la diferencia entre este gobierno y otros que han intentado imponerse también por la fuerza en el pasado, radica en la gran lupa que significan las comunicaciones del siglo XXI.
Con mecanismos más o menos efectivos de presión, chantaje y autocensura inducida, han logrado mantener a raya la libertad de expresión en un gran número de periódicos, radios y televisoras; aunque otros tantos se hacen eco de las grandes verdades –para nada ocultas- que se riegan como la pólvora en internet mientras se desarrollan los acontecimientos.
A las bien fundadas dudas sobre las irregularidades en el proceso electoral que culminó con el nombramiento de Nicolás Maduro como presidente de la República –dudas donde aún hay mucha tela que cortar- se agrega el nefasto desempeño de este equipo que se empecina en aferrarse al poder a troche y moche, a pesar de las mencionadas dudas y de su mínima capacidad para otorgar bienestar al pueblo.
Y hablamos de un emperador desnudo que, por ejemplo, estigmatiza a Empresas Polar por la escasez de harina y con tal afirmación se mete un autogol, puesto que obliga a los aludidos a defenderse y con ello exponen que la gran mayoría de las procesadoras de harina pertenecen al gobierno; por lo cual al hablar de tal escasez, hay que ver hacia Miraflores.
O el efectista Plan de Seguridad que consiste en sacar a la Fuerza Armada a la calle para combatir la inseguridad, con lo cual se confiesa que se trata de un problema de dimensiones superiores a la capacidad del régimen para enfrentarlo por las vías habituales: prevención y represión en manos de fuerzas policiales civiles.
Se además agregamos a ellos la veintena de planes epilépticos, erráticos, que cambian de nombre para ser abortados en cosa de días, lo que hacemos es reafirmar que se trata de algo mil veces abordado y jamás resuelto, cuyo reiterado fracaso reafirma que marchamos a paso de vencedores en la dirección equivocada.
Ni escasez ni inseguridad se tapan con cadenas, con menciones a próceres o al fallecido líder. Lamentablemente –para él-, Nicolás Maduro no posee el histrionismo ni el verbo de su antecesor. No le sirve de nada repetir el mismo libreto, rodearse de los mismos asesores, desplegar los mismos y costosos equipos televisivos.
Es muy mala la noticia de que quienes pretenden gobernarnos estén con su atención en 1830, mientras los problemas de 2013 crecen y crecen aprovechando que nadie los atiende.
Como quien cae en arenas movedizas, mientras más agitan, más se hunden. Las recetas habaneras no parecen servir en este contexto, ya que se vuelven en contra de sus ejecutores. La solución es muy sencilla: dejar de lado la imposición y aceptar las realidades para trabajar sobre las mismas en función de progresar.
Noel Alvarez
Twitter: @alvareznv
Coordinador nacional de Independientes por el Progreso