Mantenemos relación permanente con gente de Catia, entre otras razones, allí vivimos.
Conversando con tres dirigentes comunales sobre la situación política, me expresaban su preocupación ante los resultados electorales obtenidos el pasado 14 A. No tienen duda alguna que Maduro alcanzó la victoria pero reconocen que el avance opositor fue más que notable. En particular analizan cuales fueron las razones que condujeron a muchos de sus vecinos a votar por Capriles. Es decir, en la conversación no escurren el bulto de sus responsabilidades, iniciando el examen en su propia y específica realidad.
Reflexionan acerca de sí lo que vienen haciendo apunta en la dirección de las aspiraciones de su comunidad, Ruperto Lugo, que no está ubicada, entre los sectores más humildes. Están claros que, en primer lugar, deben revisar lo que hacen y como lo están haciendo. Reconocen que la muerte de Chávez fue un duro golpe, pero los tres lo observaban como un desenlace posible.
Piensan que es necesario encontrar una manera de comunicarse con la gente. No se trata de cambiar los contenidos y fundamentos de la propuesta del Comandante, sino comunicarla de acuerdo a la nueva realidad política que se vive. En ese sentido se plantean si en realidad ellos están hablando y haciendo para las mayorías o si, al contrario, se están cociendo en su propia salsa. Es decir, centrados en los que piensan como ellos, no llevando elementos de convicción a los que piensan distinto y a los que dudan.
Revisan su trabajo, concluyen que la burocracia ha sido una traba que no han podido superar. Constantemente hacen reclamos que no son atendidos. Los problemas se acumulan sin resolverse. Uno de ellos, la inseguridad, ha tomado cuerpo. Están de acuerdo en que dicho problema no es sencillo de abordar, pero entiende que debe ser enfrentado con políticas consistentes y permanentes.
Se quejan que las patrullas del PSUV han desaparecido. La burocracia partidista, dicen, las mató al nacer. Si el partido, lugar donde debe hacerse la política, no existe o falla demasiado, se tiene más que una pata coja. Piensan que el sectarismo y la incomprensión de lo que es actuar en democracia ha sido un problema. A menudo escuchan como sus camaradas se quejan de que en su Consejo Comunal hay unos escuálidos, pretendiendo sacarlos o no trabajar con ellos. No se comprende a cabalidad que los Consejos Comunales no son órganos partidistas, sino sociales a los cuales acceden quienes sean electos, sin importar sus creencias o preferencias políticas. Solo su condición de vecinos los autoriza. Piensan que no se orienta a actuar en sentido democrático a la militancia chavista. El sectarismo aleja a quienes tienen duda y radicaliza al que está opuesto o piensa diferente.
Los tres coinciden en platear la necesidad de más acciones de gobierno, pequeñas, medianas y grandes. Entre las primeras esperan una promoción del deporte entre los jóvenes. De las segundas, culminar el Parque del Oeste (Alí Primera). Sienten temor que ese proyecto se distorsione definitivamente, lo cual ha comenzado con la construcción en terrenos que eran para su ampliación, de la Universidad de La Seguridad, además de las invasiones.
De las terceras se plantean el relanzamiento del Programa Barrio Adentro, que funciona en el sector pero necesita un nuevo impulso para hacerlo notar. Atender el problema de la Clínica Popular y el Hospital de Catia y crear en la parroquia un centro de atención de alta tecnología. Por supuesto, plantear hacer realidad lo de la Universidad de Catia.
Iván Gutiérrez