El Gobierno venezolano busca seducir capitales que le ayuden a renovar su producción agrícola y satisfacer un consumo interno golpeado por la escasez y la inflación, prometiendo seguridad jurídica en un país que se ha ganado durante los últimos años una imagen poco amistosa con los inversores.
Con una historia reciente llena de expropiaciones de empresas privadas, estrictos controles cambiarios, de precios y de producción, Venezuela se fue convirtiendo en un destino poco atractivo para los inversionistas.
Ahora el presidente Nicolás Maduro está dispuesto a ofrecer todo el apoyo a quienes quieran apostar su dinero para producir en el agro, incluyendo un diálogo permanente con empresarios, sostuvo el ministro de Agricultura y Tierras, Iván Gil.
“Aquí hay un mercado nacional en crecimiento. Habría que estar loco para no invertir en Venezuela si fuera empresario. El tema es que a veces notamos que mezclan política con economía”, dijo en el Foro de Reuters sobre Inversión en América Latina.
Venezuela produce petróleo e importa casi todo el resto de lo que consume. El Gobierno quiere aumentar estructuralmente la producción para atacar una inflación que en abril tocó un máximo de tres años y poner paños fríos sobre un índice de escasez que alcanzó en el mismo periodo un pico de un lustro.
Venezuela intenta desesperadamente abastecer a sus mercados. En el proceso, busca adoptar tecnologías que le permitan mejorar su producción y dejar en el olvido los periodos de estanterías vacías en los supermercados, una consecuencia de los controles de cambio que retrasan el proceso para importar productos.
Reuters