Beber uno o dos vasos de vino a la semana durante el embarazo puede afectar el coeficiente intelectual del bebé, según informa un estudio. Investigadores de las universidades de Oxford y Bristol, en Reino Unido, estudiaron el coeficiente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) de más de 4.000 niños y niñas y lo vincularon con el consumo de alcohol de sus madres.
Encontraron que el consumo moderado de seis unidades de alcohol a la semana durante el embarazo afecta el IQ. Los expertos dicen que el efecto es leve, pero reiteran la necesidad de evitar el alcohol durante el período de gestación.
Estudios anteriores produjeron evidencias inconsistentes y confusas sobre el daño que puede causar el consumo bajo o moderado de alcohol durante el embarazo, en gran parte porque es difícil separar otros factores que pueden influir, como la edad y la educación de la madre.
Un estudio de la Universidad de Londres de octubre de 2010, por ejemplo, dijo que el consumo moderado no presentaba ningún riesgo. Pero esta investigación, presentada en la publicación PLOS One, descartó esta teoría al enfocarse en los cambios en los genes que no están conectados con los efectos sociales o del estilo de vida.
Un estudio diferente
Tal vez la razón por la que tantos estudios han encontrado que el consumo moderado de alcohol no es perjudicial en el embarazo es la siguiente. La mayoría de estudios previos hicieron pruebas de observación, algo que los investigadores creen que puede ser engañoso, porque las madres que beben con moderación durante el embarazo suelen tener una educación avanzada, una dieta adecuada y es poco probable que fumen, todos factores vinculados a un mayor coeficiente intelectual en niños.
Estos factores pudieron haber escondido los efectos negativos del alcohol en los otros estudios.
Un estudio estadounidense publicado en julio encontró que las mujeres con educación y mayor edad tienden más a beber durante el embarazo.
Esta investigación utilizó una nueva técnica de análisis enfocada en las variantes genéticas que se modifican por el consumo de alcohol. Como las variaciones genéticas individuales que la gente tiene en su ADN no están conectadas a factores de estilo de vida y sociales, este tipo de estudio evita las posibles alteraciones de los resultados.
Cuando una persona bebe alcohol, las enzimas convierten al etanol en acetaldehído.
Las variaciones en los genes que codifican estas enzimas dan lugar a diferencias en la capacidad de una persona para metabolizar el etanol. Los «metabolizadores lentos», por consiguiente, tienen los niveles de alcohol altos durante más tiempo que los «metabolizadores rápidos».
Los científicos creen que la metabolización rápida del etanol evita el desarrollo anormal del cerebro, porque hay una cantidad menor de alcohol que pasa al feto. A las madres se les pidió que registraran su consumo de alcohol en las distintas etapas del embarazo. Una bebida se estableció como una unidad de alcohol.
El estudio encontró que cuatro variaciones genéticas de los genes que metabolizan el alcohol de los niños y sus madres se relacionaron con un menor IQ a la edad de ocho años. En promedio, el IQ del niño se redujo en casi dos puntos a cuenta de esta modificación genética.
Este efecto solo se observó en los hijos de las mujeres que se tomaron entre una y seis bebidas alcohólicas por semana durante el embarazo, y no entre las mujeres que se abstuvieron cuando estaban embarazadas.
El efecto causal no puede ser probado, dijeron los investigadores. Pero la forma como hicieron el estudio sugiere que la exposición al alcohol en el útero fue la causante de las diferencias en el coeficiente intelectual del niño.
BBC Mundo