La audiencia que dará el lunes el nuevo papa Francisco a la presidenta de su país, la argentina Cristina Kirchner, despierta expectativas sobre un acercamiento para distender la fría relación entre ambos, más parca desde la aprobación de la ley de matrimonio gay en 2010, estimaron el sábado referentes de distintos sectores.
«Ahora, a la presidenta no le queda otra que ser diplomática, en otro momento no lo ha sido tanto», estimó este sábado a la prensa local el obispo de Puerto Iguazú (Misiones, noreste), Joaquín Piña, un jesuita excompañero de estudios del Papa que en 2006 hizo fracasar en su provincia un proyecto para la reelección indefinida del gobernador, del partido de la presidenta.
Kirchner partió la noche del sábado a Roma, donde el lunes a las 11H50 GMT mantendrá una audiencia con Francisco en la Casa Santa Marta, donde el Papa reside temporalmente a la espera de trasladarse a su apartamento pontificio en el Palacio Apostólico, donde habitualmente se celebran las audiencias con los mandatarios o jefes de Estado.
La presidenta decidió adelantar su viaje, previsto para este domingo, debido al horario de la audiencia del lunes, explicó el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro.
«Es nuestro deseo que tenga, al asumir la conducción y guía de la Iglesia, una fructífera tarea pastoral desempeñando tan grandes responsabilidades en pos de la justicia, la igualdad, la fraternidad y de la paz de la humanidad», manifestó la mandataria en la breve misiva que mandó al cardenal Jorge Mario Bergoglio tras ser designado máximo referente de la Iglesia católica.
La presidenta asistirá el martes a la ceremonia de entronización de Francisco con una comitiva de doce integrantes, entre funcionarios, legisladores oficialistas y opositores, empresarios y representantes sindicales.
La relación entre el exarzobispo de Buenos Aires y Kirchner ha estado siempre teñida de roces, debido en parte a las encendidas homilías del cardenal en las que solía exaltar «el escándalo de la pobreza y la falta de trabajo» o «el flagelo de la droga y la delincuencia» en el país.
«Si queremos ser fieles al evangelio de Jesús, debemos decir las cosas como son. Bergoglio siempre decía las cosas y claramente eso al gobierno no le gustaba. A ningún gobierno le gusta que se hable de que hay pobreza y corrupción», afirmó Piña.
Para evitar sus sermones críticos, el fallecido expresidente y esposo de la mandataria, Néstor Kirchner, resolvió en 2005 trasladar a catedrales del interior del país el tradicional Tedeum anual que se celebraba con la presencia del gobernante y su gabinete en la catedral de Buenos Aires, algo que fue seguido por su sucesora, Cristina Kirchner.
«Ante el Papa se inclinan todos y (la presidenta) tendría que ir a inclinarse porque Bergoglio ha demostrado una gran hidalguía al recibirla personalmente, después de los desprecios que (los Kirchner) hicieron con los Tedeum», sostuvo Julio Strassera, fiscal del histórico juicio a las juntas militares en 1985.
La relación con Cristina Kirchner, una católica confesa al igual que el 75% de los argentinos, se volvió más tensa desde que el Congreso legalizó en julio 2010 el matrimonio homosexual.