Cumbo, El Delirio y El Morro, en Barlovento estado Miranda, ejemplos que se repiten en un país llamado Venezuela, donde se hace común la convivencia de autoridades y delincuentes, y en que se recurre a la autoprotección ciudadana mediante pandillas
Hernán Papaterra
e-mail: hpapaterra@yahoo.com
Cualquier municipio en Venezuela se honraría al denominarse con el epónimo Andrés Bello. En el estado Miranda el honor le fue conferido al territorio donde se localizan las parroquias Cumbo y San José de Barlovento. Cumbo puede llamarse cualquiera localidad ubicada en zona encumbrada montaña adentro.
Andrés Bello, probablemente la figura más representativa del avance cultural hispanoamericano de la primera mitad del siglo XIX, escribió en su tiempo, “La causa del progreso de la naturaleza humana ha ido ya demasiado lejos, sus esperanzas han echado raíces demasiado profundas, para que podamos temer que retroceda. Hay en la gran masa social un movimiento que barrerá con todos los obstáculos que se le opongan… es de desear que todo el mundo se dedique esforzadamente a la corrección de los errores, al remedio de los abusos, al fomento de las mejoras.”.
Cumbo, en el léxico propio de Honduras, significa lo que no es recto, lo que es torcido. Cumbo, en Venezuela, es una parroquia del municipio Andrés Bello del estado Miranda, localizado en Barlovento.
Dígale usted a una empresa de encomiendas que lleve un paquete de cualquiera cosa a Cumbo, y al instante le dirán, ¡de ninguna manera que Cumbo es tierra de nadie! Diríjase a Cumbo desde San José de Barlovento o Río Chico y sobrará quien le diga, ¡en cualquiera de las cinco alcabalas lo asaltarán o robarán! No importa lo que vaya a diligenciar en Cumbo, pero si antes no ha conversado y pagado la “protección” no podrá arribar en sana paz a Cumbo.
El problema es que existen demasiados Cumbos en Barlovento y en Venezuela toda. Quizás se llamen Cupo, o Las Maravillas, o El Delirio. Pero el caso es que quienes allí habitan lo hacen en medio del miedo y el temor, que muchas veces ralla en el terror y el pánico.
Para mejor entendernos convengamos en lo que es definido y aceptado como violación de derechos humanos fundamentales y violencia social delincuencial.
Las violaciones a los Derechos Humanos son aquellos delitos que atentan contra los derechos fundamentales del hombre, en cuanto miembro de la humanidad, que se encuentran definidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que son realizadas por el Estado – directa, indirectamente o por omisión – al amparo de su poder único. El sujeto de la violación a los derechos humanos, es un agente del Estado, un funcionario público; persona o grupo de personas, que cuentan con la protección, consentimiento o aquiescencia del Estado.
La violencia delincuencial y de pandillas es aquella relacionada con factores estructurales como la pobreza y la desigualdad, la falta de oportunidades (educación, empleo), el mal funcionamiento de las instituciones o los espacios ingobernados donde no llega la acción del Estado, así como con la disponibilidad de armas de fuego, y que implica el crimen y la delincuencia generalizada.
Una realidad aterradora
Digámoslo según el estilo de la picaresca española. Confiesa un oficial de un organismo de seguridad que en su afán de cortejar a una agraciada joven de Cumbo se llegó a visitarla en varias ocasiones, pudiendo observar –casi que en forma perpleja- como en las proximidades del estadio de beisbol una treintena de individuos portaban armamento de alta potencia como si de una zona en poder de la guerrilla colombiana se tratara. Un agente policial expresa que si desde un ente oficial no se paga la “vacuna” ellos, la policía, no puede hacerse presente a hacer recorridos de rutina y sana paz en la comunidad. Una vecina manifiesta su tristeza ¡mis coroticos en casa me los han destrozado o robado más de una vez, bien los policías y guardias en sus redadas violentas y arbitrarias, bien los malandros de los caseríos aledaños en su acoso y hostigamiento por venganza contra supuestos rivales!
Lo que sigue es voz de pueblo
…y no juzgamos que sea verdad o falso. Casi que por sobrevivencia, jóvenes de Cumbo se habrían armado, y se dice que peligrosamente armados, para enfrentar las incursiones de algunos moradores venidos de pueblos aledaños. Resultado, que la gente de Cumbo se sentiría agradecida de la “protección” de sus violentos frente a los violentos de comunidades vecinas. Cualquier hijo de vecino de Cumbo asegura que son doblemente agredidos por los efectivos de seguridad pública al igual que por los violentos de El Morro. En Cumbo se realizan las llamadas redadas indiscriminadas, mientras en sus proximidades operaría la impunidad institucional.
Hace pocos días, el pasado miércoles 22 de mayo, en Cumbo, un oficial de policía fue atacado criminalmente por jóvenes delincuentes de la comunidad. La patrulla en que se desplazaba con otros agentes presentó más de una veintena de balazos. Como suele suceder, no se hizo esperar la violenta reacción institucional y el despliegue de fuerzas de seguridad fue de grandes proporciones. Pretextando la captura lógica de los delincuentes involucrados en el hecho, virtuales homicidas o asesinos, se arremetió durante toda la semana, prácticamente, en perjuicio de toda la población. Destrozos de viviendas, disparos por doquiera, detenciones indiscriminadas.
La versión policial dada a algunos medios es cuestionada por los cumbeños. La policía habría llegado a las seis de la mañana en labores –seguramente legales aunque no legítimas- disparando contra jóvenes violentos de Cumbo. Estos habrían cobrado venganza y se enfrentaron a tiro con la comisión policial y, como los delincuentes estarían mejor apertrechados que los agentes, éstos llevaron la peor parte, con el lamentable saldo del oficial policial local malogrado.
Cumbo es toda tensión, miedo, temor, pánico y terror. Nadie habla, todos susurran. Nadie quiere ser soplón. Todos temen a los muchos vínculos que existen entre autoridades y delincuentes, lo que es la base sobre la que subyace tanta ignominia, tanta violencia, tanta arbitrariedad. ¡No le demos la espalda a Cumbo, que Cumbo es Barlovento y su gente es merecedora de vivir mejor!