Daniel «El Loco» Barrera, considerado uno de los últimos grandes capos del narcotráfico colombiano, fue extraditado el martes a Estados Unidos que lo solicita por delitos de narcotráfico.
Barrera despegó desde la terminal antinarcóticos de la policía colombiana en un avión Super King 300 de la agencia antidrogas DEA de Estados Unidos.
«El mensaje final para los delincuentes que todavía insisten en su actividad criminal, (es) que lo mejor es que se sometan a la justicia colombiana porque tarde que temprano… la policía nacional llegará a capturarlos», dijo a los periodistas en el aeropuerto el general José Roberto León, director de la policía nacional colombiana poco antes del despegue de la nave.
Con un pantalón café, camisa negra y blanca, chaleco antibalas y esposado, Barrera, de figura pequeña y que no hizo declaraciones al momento de ser mostrado brevemente ante los reporteros, fue llevado por agentes antinarcóticos a un hangar donde estaba la nave de la DEA que despegó pasadas las 8 (1300GMT).
La policía colombiana informó que Barrera volará a Nueva York, donde dos cortes –la del Distrito Sur y Este– lo solicitan por cargos de tráfico de drogas. También es solicitado por una corte de Florida.
Barrera fue capturado en septiembre de 2012 en la localidad de San Cristóbal, en territorio de Venezuela y en una zona cercana a la frontera, cuando realizaba una llamada telefónica desde una cabina pública. Barrera, que llevaba un pasaporte colombiano falso al ser capturado, inicialmente fue descripto por las autoridades como un hombre de 50 años, pero tras verificar toda su documentación, la policía indicó en la jornada que tiene 45 años.
Según las autoridades colombianas, Barrera se encontraba en territorio venezolano desde 2008, se había sometido a varias cirugías faciales para evitar su identificación e incluso había quemado con ácido las puntas de los dedos de sus manos para alterar o borrar sus huellas.
Las autoridades en Venezuela han dicho que Barrera tenía en Venezuela al menos 127 bienes que fueron decomisados y que incluyen un edificio, un yate, un avión, siete fincas, 16 apartamentos y 48 vehículos con valor calculado en unos 143 millones de bolívares (unos 33,2 millones de dólares).
Venezuela deportó a Barrera a Colombia en noviembre.
Según el jefe policial, Barrera se inició en los años 80 en la zona del Guaviare, en el sur colombiano, como traficante de precursores o sustancias químicas para la elaboración de drogas y allí se alió con la banda criminal de Miguel Arroyave, quien fue asesinado por sus propios hombres en 2004.
Con la muerte de Arroyave, Barrera escaló entonces en la jerarquía del narco y mantuvo cruentas guerras intestinas con grupos rivales logrando sobrevivir a la captura o muerte de otros jefes y concentrando sus labores ilícitas en el oriente colombiano.
Tanto León como su predecesor, el general en retiro Oscar Naranjo, han dicho que ya ningún narco colombiano posee la fuerza ni el poder económico y de violencia que tuvieron en los 80 y hasta mediados de los 90 los jefes de los dos grandes carteles de Medellín y Cali.
Al acabarse esos dos grupos, el monopolio de la siembre de la droga, su cultivo, procesamiento, venta y exportación, así como el blanqueo de activos, se dividió y ya no estaba en una sola persona, como fue el caso de Pablo Escobar, líder del cartel de Medellín muerto por la policía en diciembre de 1993 en esa ciudad.
El general León ha dicho que tras la captura de Barrera la policía se concentraba en ubicar a otros narcoparamilitares como Darío Antonio Usuga, alias Otoniel, descripto como el nuevo cabecilla y por quien Estados Unidos ofrece una recompensa de hasta cinco millones de dólares.
En los últimos años al menos una decena de grandes narcos colombianos han sido capturados en Venezuela, Argentina, Brasil y Ecuador, en lo que la policía colombiana describe como un intento de los delincuentes por evadir la justicia y disfrutar de su dinero mal habido fuera de Colombia viviendo en el extranjero bajo identidades falsas.