Por segundo día consecutivo, vecinos de La Arboleda I cerraron el paso de la Carretera Nacional Petare-Santa Lucía para exigir el suministro de agua, que tiene más de un mes sin llegar a sus hogares de forma directa. También, reclamaron fallas en los servicios de gas y recolección de basura
Por segundo día consecutivo vecinos de La Arboleda I, parroquia Filas de Mariches del municipio Sucre, cerraron el paso de la carretera Petare-Santa Lucía desde las 8:00 am de este martes, sólo apoyados de chatarra y sus voces de protesta; luego que el día lunes realizaran la misma acción -en horas la tarde- sin lograr ningún tipo de respuesta por parte de las autoridades.
El motivo de la manifestación es la falla del suministro de agua potable, que llevan más de un mes sin recibir de forma directa, lo cual los ha obligado a abastecerse por medio del pago de cisternas privadas, que les cobran hasta 30 Bs a cambio de llenar un pipote, equivalente a unos 10 litros del vital líquido.
Pero la situación no se queda allí. Una vez que logran proveerse del agua en la entrada del sector, trasladarla a sus casas –ubicadas varias metros hacia abajo- consiste en un complicado proceso. Quienes cuentan con mangueras, las succionan hasta lograr arrastrar el líquido y llenar sus tanques; pero los que no deben bajar entre 60 y 100 escalones cargando los tobos.
“No es posible que uno deba someterse a vivir así. Antes llegaba directa cada 15 días, que es cuando uno aprovechaba y llenaba todo, tanques, bidones… Pero ahora ni podemos hacer eso. Nos tienen abandonados, cual moribundos a la buena de Dios, gastando dinero que no tenemos para tomar un vaso de agua”, reclamó Damaris Ortiz, vecina.
Consecuencias
Esta situación ha traído diversas consecuencias a la comunidad. Una de las protestantes, quien aseguró ser representante de la escuela Almirante Luis Brión, ubicado en la zona, explicó que el servicio de comedor de la institución ha dejado de prestar el servicio, puesto que ya se estaban irrespetando las normativas de salubridad por falta de agua.
Por su parte, María Carvajal, resaltó que muchas madres no han podido mandar a sus hijos a estudiar, pues sus uniformes están sucios y los jóvenes no reciben el aseo necesario para salir de sus casas.
“¿Cómo hace uno? Da pena que nuestros niños estén limitados a la educación porque las autoridades no se abocan a dar respuesta al pueblo. Pero basta que empiece la campaña electoral para verlos aparecer, es un descaro si se atreven a buscar votos por estos lados”, criticó Carvajal.
Ante esto, hicieron un llamado al Instituto Autónomo de Aguas de Sucre (IMAS) que tienen competencia en el lugar, a que ofrezca respuestas inmediatas en un lapso corto de tiempo, de lo contrario advierten que las trancas continuarán hasta obtener soluciones. Llamado que extendieron a la hidrológica caraqueña. “Si ellos no pueden con el trabajo, que se encargue Hidrocapital”, exigieron.
Otros problemas
La comunidad también se quejó de la recolección de basura, la cual permanece en un botadero improvisado entre dos y tres semanas hasta ser levantada. Así como el abastecimiento de gas, que tienen unos tres meses sin aparecer por la zona.
Los habitantes expresaron que anteriormente el camión de gas pasaba hasta tres días por semana, pero de un momento a otro y sin explicación alguna, dejó de hacerlo; por lo que ahora “deben hacer maromas” para conseguir una bombona que les dura entre 15 y 20 días.
“Tengo que bajar hasta Petare para comprar, o sea, viajar hasta una hora para conseguirlo. Y como no tengo carro, debo pagarle una comisión a los del transporte público para que me permitan montar la bombona, sin contar que la vende entre 15 y 20 Bs cuando su precio real es no llega a 6 Bs. Es injusto”, señaló una de las manifestantes.
Casas en riego
Las fallas en el servicio de agua, gas y recolección de basura es tan sólo unos de los problemas que padecen a diario los habitantes del sector La Arboleda, ubicada en la Carretera Nacional Petare-Santa Lucia, Filas de Mariches del municipio Sucre.
Unas cien casas conforman la comunidad y cada una de ellas han sido declaradas en alto riesgo, pero sus habitantes no tienen a donde ir, por lo que ya se han resignado a vivir en estas condiciones. Algunos se sienten seguros bajo el techo de sus humildes hogares, mientras que otros esperan ilusionados por una oportunidad.
Mary Vivas, madre de cuatro y abuela de tres, asegura que está dispuesta a abandonar su casita hecha con zinc y tablas para irse un refugio y esperar por una morada en mejores condiciones. “Me da miedo que una noche de lluvia se nos venga la casa encima, tengo dos niños en edades lactantes y otros que siguen siendo bebés. La ayuda que requiero es urgente”, destacó.
Realidad que repite Elirio Rodríguez, un abuelo de 83 años de edad, que vive sólo en una casita que tiene una inclinación peligrosa, el cual es asistido por la buena voluntad de sus vecinos. “Si a mi me dieran para donde ir, un techo propio y seguro, no lo pensaría dos veces”, aseguró.
Anabel Barrios Díaz
abarrios@diariolavoz.net