TEGUCIGALPA. Cuatro años después de aquella madrugada de junio en que los militares sacaron al presidente hondureño Manuel Zelaya de la cama a punta de pistola y lo expulsaron del país en pijamas, su esposa intentará recuperar el poder.
Catapultada accidentalmente a la política tras el golpe del 2009, Xiomara Castro es una de las favoritas para las elecciones del 24 de noviembre en esta empobrecida nación centroamericana con algunos de los mayores índices de violencia del mundo.
Castro, una aguerrida mujer de 54 años que encabezó las protestas tras el derrocamiento de Zelaya, buscará la presidencia con un programa igual de populista pero de tono más moderado.
En sus mítines de campaña promete «refundar» Honduras, pues los partidos tradicionales que se alternan hace un siglo en el poder y apoyaron el golpe contra su marido, dice, fracasaron.
«No pudieron alcanzar el desarrollo de Honduras, ni organizar el Estado. Todo lo contrario: convirtieron al país en un santuario de paramilitares y narcotraficantes», dijo hace unos días ante miles de sus partidarios en Tegucigalpa.
«¿Qué significa @XiomaraCastroZ para Honduras?», escribió recientemente en su cuenta de Twitter. «Una mujer fuerte y valiente que va a cambiar nuestra historia».
Pero cambiar la historia de la nación de 8.5 millones de habitantes no será fácil. Azotada por las operaciones de cárteles mexicanos del narcotráfico, Honduras es hoy el país con mayor índice de homicidios en el mundo: 92 por cada 100,000 habitantes en el 2011, según las Naciones Unidas.
Y por si fuera poco, enfrenta serios problemas económicos. La deuda interna se más que cuadruplicó en los últimos seis años hasta 2,900 millones de dólares y el déficit fiscal de un 6 por ciento del Producto Interno Bruto previsto para este año se está volviendo difícil de financiar.
Aunque es considerada una seria contendiente, la ex primera dama es una recién llegada a la política hondureña dominada por los hombres. Su única experiencia como dirigente se limita a la «Asociación de Esposas de Miembros Rotary Club de Catacamas», la ciudad en el departamento oriental de Olancho donde su esposo comenzó su carrera política.
Y Castro tendrá además un duro rival en el candidato del oficialista Partido Nacional, Juan Orlando Hernández. La última encuesta de la empresa CID-Gallup dio a fines de septiembre un 29 por ciento de las intenciones de voto a Castro y un 27 por ciento a Hernández.
Muchos ven a Zelaya como el ideólogo de la candidatura de Castro, algo parecido a lo que pasó en Argentina cuando Néstor Kirchner agotó sus dos mandatos presidenciales y catapultó a su esposa Cristina Fernández a la presidencia.
El corpulento Zelaya, de espeso bigote, botas y sombrero de ranchero, creó el Partido Libertad y Refundación (Libre) para impulsar la candidatura de Xiomara y a menudo es más ovacionado que ella en los mítines de campaña.
Zelaya está postulándose a diputado. Pero Castro reconoció que, en la práctica, su papel será mucho mayor.
«Será beneficioso para mí tener una persona a mi lado que me pueda asesorar», dijo recientemente a periodistas en un hotel de Tegucigalpa. «El en su Gobierno me consultó sobre asuntos públicos y él tomó la decisión, ahora me va tocar a mí tomar la decisión sobre lo que conviene al pueblo hondureño».
Agencias