El vejamen al que paramilitares sometieron a estudiantes en la UCV tenía un objetivo: quebrar moralmente a la víctima directa, e infundir terror en millones de víctimas indirectas, que tras ver tales imágenes pudieran atemorizarse y, en consecuencia, desmovilizarse
Muchas veces se han hecho comparaciones abusivas entre los proyectos políticos fundados por Rómulo Betancourt y Hugo Chávez. Salvo la inicial apelación de ambos a los pobres como sector social, son más las diferencias que las semejanzas entre ambos movimientos: Betancourt construyó un partido desde el pueblo, Chávez fabricó una maquinaria presupuestívora desde el poder; Betancourt construyó instituciones, Chávez las destruyó; Betancourt promovió la sustitución de importaciones por producción nacional (el “compre venezolano”), Chávez destruyó la producción nacional y promovió la importación indiscriminada de TODO lo que consumimos; Betancourt promovió la política petrolera nacionalista que fundó la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP), fue pionero en promover la creación de la OPEP y trazó la orientación que hizo posible que otro gobierno de su mismo partido nacionalizara la industria petrolera el 1ro de enero de 1976; Chávez desprofesionalizó a PDVSA, deterioró su capacidad operativa, la endeudó y finalmente entregó la faja petrolífera del Orinoco a potencias extranjeras bajo la figura de “empresas mixtas”, tan objetadas por la izquierda cuando en el país se debatió la Ley de Nacionalización…
¿Apátridas? ¿quiénes?
Pero en el aspecto en que más contrastan los proyectos políticos de Betancourt y Chávez es en lo atinente a la soberanía nacional. Betancourt defendía con firmeza lo específicamente venezolano de su propuesta política, hasta el punto de insistir una y otra vez en que su proyecto “no es socialdemócrata, sino adeco”, llegando a rechazar incluso las evidentes influencias que en su propuesta original pudo tener el pensamiento y obra de Haya de la Torre, fundador del APRA peruano. En cambio, el proyecto político chavista rápidamente adquirió el tinte extranjerizante que lo caracteriza: de sus iniciales y confusas invocaciones a Bolívar, Zamora y Simón Rodríguez el chavismo pasó a llenar su altar con deidades importadas: Fidel, Ché Guevara, Marx, Lenin y Mao pasaron a ocupar el panteón ideológico chavista. La tendencia de ese proyecto a subordinarse a modelos foráneos se ve expresada con claridad en el medular tema de como “educan” a sus cuadros: A los activistas del Frente Francisco de Miranda los “forman” en Cuba, el discurso con que vanamente intentan darle respetabilidad intelectual al chavismo es alquilado a una pequeña legión extranjera de “investigadores becados” que además son ignorados cuando plantean la más tímida reflexión crítica (por ejemplo, el llamado “Centro Internacional Miranda”) y, por último, la mismísima “escuela de cuadros” del partido se la están diseñando… ¡los chinos!
Represores piti-iraníes y piti-cubanos…
Esa postración ante lo extranjero, esa tendencia de las nuevas cúpulas podridas a copiar sobre todo lo malo de otras latitudes, también salta a la vista en el desborde represivo gubernamental que desde principios de febrero ha azotado al país con saldo de decenas de muertos, centenares de heridos y miles de presos. En efecto, ha sido evidente en las practicas represivas oficialistas (tanto en las practicadas por los cuerpos de seguridad del Estado como por las implementadas por los grupos parapoliciales y paramilitares mal llamados “colectivos”) el uso de técnicas y tácticas jamás vistas en nuestro país, por su cobardía y ferocidad. Las numerosísimas víctimas de tiros certeros en la cabeza, el uso letal de armas no letales (perdigones y bombas lacrimógenas disparadas a quemarropa a la cara de manifestantes) y el uso de torturas contra detenidos no ya para extraer confesiones o delaciones sino simplemente para infundir y diseminar terror, son algunas muestras de como los estudiantes y el pueblo venezolano están enfrentando hoy no un nuevo capítulo de la represión estatal contra la protesta popular, sino a la dimensión represión de una nueva tecnología de control social, importada y pagada con dinero de todos los venezolanos… para agredir, aterrorizar y desmovilizar a los venezolanos!
Ellos quedaron al desnudo…
Si a alguien le queda alguna duda sobre la afirmación anterior, lo invitamos a que repase lo sucedido el pasado jueves 3 en la Universidad Central de Venezuela: En una operación combinada, la Guardia Nacional “Bolivariana” y la Policía Nacional “Bolivariana” impiden que una marcha pacífica salga hacia PDVSA a entregar un documento a Rafael Ramírez, presidente de la Estatal Petrolera y VicePresidente de la República para el Área Económica. Los cuerpos de seguridad impiden que nadie salga de la universidad… pero no impiden que ingresen a ésta los grupos de civiles armados que agredieron salvajemente a estudiantes y periodistas. En esta ocasión, a la agresión física paramilitar se sumó el vejamen moral: varios estudiantes fueron desnudados antes y después de ser golpeados salvajemente, los hacían caminar desnudos para luego empujarlos y hacerlos caer de nuevo, en un ciclo humillante que sólo tenía un propósito: quebrar moralmente a la víctima directa, e infundir terror en millones de víctimas indirectas, que tras ver tales imágenes pudieran atemorizarse y, en consecuencia, desmovilizarse.
Tales prácticas represivas no tienen nada que ver con el ser venezolano, ni siquiera tienen que ver con la “cultura” represiva de los cuerpos de seguridad del Estado… Pero sí están emparentadas con la tecnología de la violencia y la muerte usada por ejemplo en Irán, país que ha sido señalado por el uso hasta de violaciones masivas a detenidos en manifestaciones, práctica usada precisamente para quebrar la moral de los directamente agredidos y para infundir terror en el resto de la población.
Si, como denunció el periodista de La Voz, Richard Sanz en reciente trabajo, habría estado en Venezuela “en abril de 2009 el actual comandante iraní de la fuerza paramilitar Basij, el general Mohammad Reza Naqdi, acompañando al entonces ministro iraní de Defensa, el general Mostafa Mohammad-Najjar en una visita de alto nivel a Caracas” (http://diariolavoz.net/2014/03/23/paramilitares-oficialistas-entrenados-por-iran/) ya tenemos entonces lo que podría ser el hilo conductor entre las novedosas y no-venezolanas prácticas represivas de los paramilitares oficialistas criollos y las alianzas políticas del gobierno venezolano. Por eso repetimos: Ese jueves 3, en la Universidad Central de Venezuela, a los estudiantes les quitaron la ropa, pero lo que quedó al desnudo fue la perversidad y amoralidad de un régimen.
La seguridad no llega al barrio, la represión sí
El jueves 3 una Asamblea de Ciudadanos en La Candelaria fue saboteada por un grupo oficialista violento. El viernes 4, ciudadanos que querían hacer una cadena humana en Catia para protestar contra la represión y la crisis económica fueron igualmente víctimas de la violencia. En ambos casos la agresión gobiernera fue copia de lo que en Cuba se conoce como “actos de repudio”: Civiles violentos y armados que agreden con insultos, consignas y golpes a ciudadanos desarmados, ante la vista indiferente de agentes de seguridad que solo actúan si los agresores necesitan refuerzos. Si quieren conocer el modelo extranjero que “inspira” este tipo de agresión importada, vean el documental “Gusano”, que explica ese tipo de persecución, hostigamiento y agresión. Para ello pueden buscar en YouTube el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=pW7i48fSCZ4&feature=youtu.be
Radar de los Barrios
Jesús Chuo Torrealba
Twitter: @chuotorrealba