El maestro Juan Vicente Rorrealba declaró en una entrevista que él había utilizado en su arpa cuerdas fabricadas con tripas de puercoespín, muy buenas pero muy hediondas. Cuerdas que, eso es de creer, el ejecutante dejó a un lado por lo que de ellas brotaba…
Cuando la hediondez atacas con fuerza, inmediatamente nos llevamos el pañuelo y las manos a la nariz, dejando escapar aquello de ¡fo, esto no lo aguanta nadie! En el mundo político venezolano, es célebre una expresión de Rómulo Betancourt a raíz de la muerte del tirano Juan Vicente Gómez, pronunciada cuando el Congreso de la época elige a Eleazar López Contreras como sucesor del tirano. En esa ocasión el líder político, fundador del Partido Democrático Nacional y de Acción Democrática y futuro presidente de la república, palabras menos, palabras más, señaló que, a esa representación parlamentaria había que aceptarla con el pañuelo en la nariz. La hediondez, la define el “Diccionario de la lengua española” como mal olor. Por cierto, son muchas las poblaciones donde, por no recoger la basura, la putrefacción se tiene como el atractivo número uno. Donde abunda los zamuros existen cosas hediondas.
Esta ave, que no necesita pañuelo para entrarle a su plato favorito, a lo pútrido, de acuerdo a la sentencia venezolana, come bailando, sin necesidad de acompañamiento musical. Asimismo se sabe que, zamuro no come alpiste, porque lo de él es, como decía mi abuela, la hedentina, olor malo, penetrante, mientras más penetrante, mejor. Todo zamuro se en mueve, como diestro bailarín, en los dominios de lo “hedentinoso”. Para el zamuro la palabra heder, que se tiene como lo que despide mal olor, es su favorita. En el plano humano, así se oye en el seno muchos hogares, existen personas hediondas, no por el mal olor que sueltan, sino por lo insufribles, por insoportables. La mayor fetidez, pestilencia, brota por los lados de los grandes basureros. Si desea comprobarlo le recomendamos un paseo por los espacios de “Las Mayas”, “La Ponderosa”, “El Limoncito”, “El Rodeo”, botaderos de desperdicios localizados en Caracas, Valles del Tuy, Los Teques y Guatire.
Donde exista hediondez, allí localizaremos a los zamuros gozando una ola y parte de la otra, como diría Martín Pescador. El perfume preferido de ellos no es otro sino el que deja la mayor pestilencia posible. Se sabe, lo cual forma parte de la historia menuda de Venezuela, que un integrante de las montoneras, brujo de profesión, cargado de collares, amuletos, escapularios y oraciones, decía que al morir, lo dejaran en el medio de una sabana, para que los zamuros, que para él eran los ángeles, lo devoraran. No recordamos en estos momentos el nombre del individuo, quien sostenía, acariciando a sus feroces perros, que se debían pasarse por las armas a todos los que supieran leer y escribir. Donde ustedes observen una zamurada, es porque por allí se encuentra algo podrido. Campesinos, conocidos por quien esto escribe, en los dominios de las posesiones de café que mantuvo mi padre entre Guatire y Araira, hablaban de zamurera, cuando miraban a los zamuros en asamblea general, discutiendo las estrategias para entrarles a un burro muerto a orillas de un camino. Zamurera es sinónimo de festín a base de carroña en las inmensidades de las sabanas. El creador popular, tomando al zamuro como inspiración, ha regado a lo largo y ancho del país, expresiones como: “cargar un zamuro de prendedor”, “En pico de zamuro”, “gastar pólvora en zamuro”, “zamuro no cae en trampa”, “zamuro no come hueso porque no carga serrucho”, “¿zamuro cuidando carne?”.
Debo confesar, ya con unos cuantos años encima, mi ignorancia acerca de la existencia de cuerdas hediondas. Supe de ellas al leer una entrevista que le hicieran al excelente arpista, intérprete y compositor Juan Vicente Torrealba, aparecida en edición aniversario del semanario “Quinto Día”, del 29 de septiembre de 2006, donde el autor de las composiciones “Concierto en la llanura”, “Sinfonía en el palmar”, “Suite Torrealbera”, “Rosario”, “Madrugada llanera”, declaraba que él había utilizado cuerdas fabricadas con tripas de puercoespín, muy buenas pero muy hediondas. Cuerdas que, eso es de creer, el ejecutante dejó a un lado por lo que de ellas brotaba. Asimismo revelaba Don Juan Vicente Torrealba que, los bordones, los más gruesos, se elaboraban con cuero de venado. No olvidemos que, gracias a las tripas de nuestros populares cochinos, los ingeniosos artesanos construyeron cuerdas para así amenizar las alegres fiestas campesinas, donde no faltaban arpas y guitarras. No sabemos si el jabalí, variedad salvaje del cerdo, también contribuyó con sus vísceras a la musicalidad que nos brindan las arpas. Y, cuando de cuerdas escribimos, no olvidemos que al lado de las arpas marchan bandolas, cuatros, violines, requintos, bandolinas, mandolinas, etc.
He aquí la pincelada que aparece en el “Diccionario de Venezolanismos”, sobre el puercoespín: “Mamífero roedor de alrededor 90 centímetros de longitud… tiene el dorso del cuerpo cubierto de púas de color blanco—amarillentas de hasta 12 centímetros de longitud, el hocico corto, chato y movible con dos dientes incisivos muy afilados…Vive en selvas tropicales y en los bosques de galería de los llanos, es eminentemente arborícola, nocturno y se alimenta de hojas, retoños, cortezas y frutas.” En la descripción que ustedes acaban de leer sobre el puercoespín, se observa una abismal diferencia con el cerdo, puerco, cochino, chancho, marrano, quien prefiere para vivir el fango y, para alimentarse, todo lo que encuentre a su paso. Este trío, formado por el puercoespín, el cerdo y el jabalí, gruñe con fuerza. Por lo tano no contratable para llevarle serenata a una bella dama, donde una de las composiciones a interpretar sea “Fúlgida luna”.
El maestro Juan Vicente Torrealba, conocedor del mágico mundo de las cuerdas del arpa, entre ellas las elaboradas con las hediondas tripas de puercoespín, vio la luz, hace 97 años, en Camaguán, estado Guárico, el año de 1917, en los dominios del hato “Banco Largo”, donde recibió las influencias de los destacados arpistas Natividad Marchena y Paulino Esqueda. A partir de los 16 años Juan Vicente Torrealba se iniciará en los secretos del instrumento que lo elevó a la fama. Después de una dilatada jornada, cargado de años y con una meritoria carrera musical, el maestro Juan Vicente Torrealba, será homenajeado en el mes de noviembre del presente año, por la Academia Latina de la Grabación, otorgándole un Grammy especial.
Jesús María Sánchez. Los Teques
sanchezjesusmaria@hotmail.com