El beisbol recordó el 11 de julio de 1914, cuando debutó el jugador más famoso de su historia
Vidal López fue, entre los venezolanos, prototipo del pelotero capaz de meter nueve ceros y sacar la pelota del parque. “El Muchachote de Barlovento”, como ya lo llamaba la prensa cuando tuvimos la suerte de verlo en los pininos de nuestra afición beisbolera, igual estrellaba la pelota contra la pared del estadio San Agustín que subía a la lomita para dominar a los mejores bateadores.
Hubo otros, por supuesto, el más sobresaliente Vitico Davalillo, convertido en jardinero por su excepcional capacidad para batear, un contacto y una habilidad que le llevaron a hacerse sentir hasta en las grandes ligas.
La remembranza viene a cuento por la conmemoración del centenario del debut en las mayores de Babe Ruth, el más emblemático de los peloteros, el que “construyó el Yankee Stadium”, figura por excelencia de esa duplicidad extraordinaria de pitcheo y ofensiva. Un 11 de julio caminó hacia el morrito, con el uniforme de los Medias Rojas de Boston, para lanzarle a los Indios de Cleveland y obtener, 4-3, la primera de dos victorias de ese año. Después, la contundencia de su bate le pondría a jugar a diario, con los resultados archi conocidos.
A propósito de la efeméride, el periodista Ray Cavanaugh recuerda, en USA-Today, algunos detalles de quien es citado a diario por los seguidores del beisbol, que tienen en el “bambinazo” la expresión más simbólica para lo que muchos califican la gran emoción del juego: el cuadrangular, que tuvo a George Herman Ruth como gran protagonista. Son inolvidables sus marcas de 60 en una temporada y 714 totales, aún superadas por Roger Maris y Hank Aaron.
Personajes
Cavanaugh se remite a Harry Cooper, capitán del Boston, quien no olvidaría la imagen de aquel novato, caminando cabizbajo, con sus pasos cortitos que en adelante se verían 714 veces dando la vuelta al cuadro en lento trote.
Recuerda, junto a esa evocación del primer día, casos como el de Bill Carrigan, el muchacho de 19 años que se calzó la mascota para recibir los envíos del debutante. Persona de carácter y liderazgo, luego combinó la condición de pelotero con la de manager (ganador con los Red Sox de los títulos de 1915 y 1916), y calificado por Ruth como “el mejor para el que jugue”.
El destino quiso que ese día también tuviera acción Dutch Leonard, lanzador que relevó a Ruth en el séptimo inning y cerró el partido, parte de una campaña en la cual dejó marca de 19-5 y efectividad de 0.96, lo mejor del “beisbol moderno”, entendido esto como desde 1900.
¿Y qué decir de uno de sus rivales del debut, Napoleón Lajoie, dominado en dos turnos? Cuenta el periodista estadounidense que el segunda base alojado ha tiempo en el Salón de la Fama era tan popular que el equipo de Cleveland se llamaba Naps, por él, y solo a su salida comenzaron a llamarse Indios.
Revoltoso y costoso
Desde el principio Ruth tuvo problemas con sus compañeros. Le censuraron la “osadía” de participar regularmente en las prácticas de bateo, llegando al extremo de que una vez halló sus bates serruchados. Calificado de “ordinario y escandaloso” por su forma de ser, criticado por su aparente despreocupación, llegó a ser apodado algo así como “bestia apocalíptica”.
Nadie pudo negar, sin embargo, su calidad como pelotero, firmado originalmente por los Orioles de Baltimore (que le descubrieron jugando para el primer equipo del orfanato al cual fue destinado) por 625 dólares. Luego de convertirlo en jugador de todos los días y tres campeonatos con los Medias Rojas, fue transferido a los Yankees -en uno de los negocios más criticados de la historia- por 125.000.
Suma, por cierto, similar a la que escandalizó a muchos en los 60, cuando Ted Williams recibió 125.000 del mismo equipo de Boston, superando los 100.000 del yankee Joe DiMaggio.
Números que “no caben en la cabeza” en estos tiempos de multimillonarios.
Armando Naranjo
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