No se trata de volver al tiempo de las cavernas sino de rescatar ese discernimiento ancestral de las infinitas bondades que ofrece la naturaleza y que muchas veces recusamos por desconocimiento. La tierra nos llama, y es por eso que en nuestras aceras, en nuestras comunidades, crecen plantas medicinales y alimenticias que pasan desapercibidas por la mayoría.
Los integrantes del Colectivo Campesinos Hoy del estado Vargas, en el litoral central de Venezuela, están conscientes de esto, y por ello instalarán su Vitrina Conuquera en la XI Feria Internacional del Libro en Venezuela 2015 (Filven), del 15 al 18 de julio en el Complejo Cultural Cruz Felipe Iriarte de Maiquetía, donde tendrá un sitial de honor el árbol de moringa.
A modo de apostolado, esta agrupación ha peinado los senderos de la cara norte del cerro Waraira Repano, abiertos por aborígenes y profanados por colonizadores, en un intento que va más allá de la plantación de esta especie en asentamientos conuqueros. Es una búsqueda por redescubrirnos como pueblo, toparnos con nuestras raíces y volver a lo auténtico, natural y originario.
En ese plan, en un lapso de tres años han sembrado no menos de 5.000 matas de moringa, conocida como el árbol de la vida, en sectores agrícolas de los estados Vargas, Miranda, Aragua y el Distrito Capital, con miras a impulsar su consumo y cultivo responsable.
Laura Morales, integrante de esta organización, es una de estas incansables que por donde pasa lleva semillas y plantas de moringa, entre otras especies. Es común que la detenga gente curiosa, oportunidad que no desaprovecha para dejar su mensaje.
“Su nombre ancestral es uai. Así la llamaban nuestros aborígenes, y tenemos reseñas de maestros campesinos hacia Catia La Mar que tienen esta mata de manera silvestre desde hace años. Tenemos personas de 80 años y más, que la reconocen como planta en Vargas”, afirmó esta conuquera que desestima que haya llegado de la India, como comúnmente se señala.
Osiris De La Mothe, habitante de Maiquetía, padece de depranositis, condición en la que los glóbulos rojos tienen forma de media luna. Generalmente la aquejan dolores articulares.
Una mañana, Laura pasó por su quiosco con sus matas de uai, que se disponía a sembrar en un conuco cercano a la Hacienda Torquemada, a 1.000 metros del sector El Cambural de Quenepe, subiendo por el llamado Camino de Los Españoles. No pudo evitar notar que Osiris tenía en su mano una carterita llena de medicamentos.
“Te cambio todas esas pastillas por esta semilla de uai”, contó De La Mothe que le ofreció Morales aquella vez. “Me dijo: ‘La vas a morder de lado derecho, poco a poco, y después te tomas un vaso con agua’. Y no lo vas a creer, pero hasta el sol de hoy se me acabaron los dolores. Ahora quiero buscar la semilla y voy a sembrar esta planta, porque creo que he vivido bastante, pero con esa matica podré vivir un tiempo más”, contó optimista.
Peregrinaje de uai
Tras el llamado del presidente de la República, Nicolás Maduro, de implementar el conuco como parte del Plan Nacional de Producción 2015-2020, el Colectivo Campesinos Hoy ha retomado fuerzas para recorrer por la montaña.
Al encontrar a un maestro campesino le presentan la moringa, le informan sobre la importancia de su cultivo y le piden permiso para sembrarla. También verifican las condiciones del conuco en cuanto a suelo y agua, y dan charlas informativas para mejorar las cosechas.
El Gabinete Ministerial de Cultura de Vargas ha apoyado esta iniciativa, llamada localmente Misión Conuco Adentro, y que se ha permeado a otros entornos.
“Dictan charlas, conversatorios sobre botánica y medicina ancestral en planteles educativos, e incluso a los confinados del Centro de Reclusión Provisional del Retén Policial de Caraballeda. Es un trabajo hermoso”, afirmó el director general del Gabinete, Ricardo Pérez, quien señaló que recientemente este colectivo representó a Venezuela en la Cumbre de los Pueblos Una alternativa al neoliberalismo en América Latina y Europa”, en Bruselas, Bélgica.
Maravillas de uai
Mejor conocida como moringa (moringa Oleífera), uai es un árbol que tiene fantásticas cualidades curativas y nutritivas por ser rico en vitaminas A, B y C, calcio, cromo, cobre, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, potasio, proteína y zinc.
Posee tantas proteínas como el huevo, cuatro veces más vitamina A que las zanahorias, cuatro veces más calcio que leche, siete veces más vitamina C que las naranjas y tres veces más potasio que los plátanos.
Tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, antiulcerosas, antidepresivas y antitumorales. Además, contribuye a mejorar la piel y la visión, regula la presión arterial, optimiza la digestión, es cicatrizante, desintoxicante y normaliza el azúcar en la sangre.
“Es difícil conseguir una planta que tenga esta riqueza; además, no tiene ningún nivel de toxicidad”, dijo Morales, quien explicó que han hecho un levantamiento de las plantas del Waraira Repano, y hallaron 37 medicinales y nutricionales, de las cuales uai es la más destacada.
Sus flores y hojas secas sirven para infusiones. Con su hoja verde, se sirve en ensaladas o potajes. De su tallo pulverizado se saca una harina muy versátil para preparar diversos platos, entre ellos arepas. También se pueden consumir cocidas sus vainas verdes y raíces tiernas.
Sus semillas dejan un sabor dulce que se fija en la garganta y puede durar varias horas. “Ellas aportan la cantidad de azúcar necesaria para todo un día”, aseguró Morales.
Uai soporta la sequía y es de rápido crecimiento, por lo que es ideal para el cultivo. Su semilla sirve, además, como tratamiento natural del agua, por sus propiedades floculantes.
Conucoterapia
Más allá de la siembra de uai, la esencia es el conuco. Es el contacto con la naturaleza, sus olores y sonidos. Es despegarse del ruido citadino, del estrés enfermizo y abrirse camino al reposo, al refugio.
“Soy enfermera con 13 años de graduada, y tengo dos años y ocho meses que renuncié a mi cargo en el hospital para dedicarme al conuco (…) La naturaleza es generosa, solo tenemos que saber interpretarla”, dijo Jenileth Baptista, conuquera de vocación y representante por la entidad ante el Consejo Presidencial de Gobierno Popular de Cultura.
Expuso que “el conuco no es retroceder. Todo lo contrario, es algo que acompaña nuestro diseño de vida. Además, no es igual tener una planta de bay rum, que tener un medicamento que la tenga como uno de sus componentes. Esto es natural y no es dañino”.
Baptista se dedica a la artesanía con los materiales que obtiene del conuco, los cuales les provee de un ingreso, sin grandes inversiones. Junto a sus compañeros, siembra, procesa abono y enlaza la montaña con los conucos urbanos, los cuales ayudan a levantar.
Gabriel Amador, de 66 años, abandonó su trabajo el puerto de La Guaira para dedicarse a la siembra. Hoy ha logrado ser una biblioteca botánica andante, abierto para enseñar a otros.
“Lo que sé es por los libros que he leído y los años que tengo sembrando. Todo lo que me hacía alivio yo lo cultivaba”, dijo.
Estos conuqueros proponen que la Universidad Campesina de Venezuela Argimiro Gabaldón, creada el 2 de mayo de 2014, convierta en aulas estos senderos de interpretación de lo natural, con el fin de coadyuvar a la construcción de una sociedad huerto para la vida.