El estallido rompió el silencio de la calle 23 de Enero en Las Delicias. Era aproximadamente las 2:00 de la tarde del miércoles.
“Fue una explosión que estremeció a las casas vecinas e incluso se estuchó en el otro Roble”, dijo una de las testigos.
El estruendo fue acompañado de expulsiones de hielo y agua, así que los habitantes del sector imaginaron que en la Congeladora Caroní de San Félix ocurrió una tragedia.
No tardaron en llamar a las autoridades mediante el Servicio de Emergencias 1-7-1. “¡Explotó la congeladora!”, repetían desesperados a los operadores.
Desde afuera observaban que por el techo de zinc de una de las áreas de la compañía aún salía humo, por lo que sospecharon que adentro habían varias víctimas.
Como ellos, los empleados de la planta estaban sorprendidos y asustados; temían que una réplica de la detonación los pusiera en peligro por la liberación de gases tóxicos.
Nadie se atrevía, en primer lugar, a inspeccionar el área donde fue la explosión.
Sin embargo, desde lejos veían que había un muerto en el suelo. “¡Es el soldador!”, confirmaron rápidamente.
Víctima…
En posición decúbito ventral yacía Zadiel Enrrique Vallenilla. Estaba tendido en el área de mantenimiento B; o como ellos lo conocen: “la piscina”.
Tenía la pierna derecha partida en dos a la altura de la rodilla; así como la muñeca de la mano izquierda.
Además, se evidenciaba en su cuerpo múltiples traumatismos, más no presentó quemaduras de ningún tipo.
Estaba cerca de los escombros que quedaron esparcidos por la detonación, según describieron los funcionarios que inspeccionaron el área.
Él fue la única víctima que dejó el siniestro, el resto de los empleados -milagrosamente- salieron ilesos. Uno de ellos, quien estaba en el área donde fue el hecho, tenía pocos minutos de haber salido a la parte de afuera de la empresa.
Vía Primicia