Para alimentar a 5 personas se requiere un promedio de 12,6 salarios mínimos

Ni las frutas se salvan de los altos costos. Un kilo de manzanas ronda los 2.500 bolívares, llevándolas a desaparecer de las mesas altomirandinas en las acostumbradas cenas navideñas

“Más vale vestirte que alimentarte, me decían siempre en tono de broma mis padres, pero ahora el refrán perdió vigencia porque tanto los precios de la ropa como de los alimentos están por las nubes”, reflexionó Elisa Romero, vecina de El Trigo, al consultarle sobre la inflación en el 2015.

–Creo que este es el año cuando más maltratados hemos estado los venezolanos; las cuentas no nos dieron para lo básico y tal y como se veía venir se tuvieron que sacrificar muchos rituales decembrinos debido a los precios que marcan desde un par de zapatos, pasando por un juguete hasta un kilo de aceitunas. Eso sin tocar el tema de la escasez que lleva a que una persona haga hasta cinco horas de cola para intentar llevarse dos kilos de Harina PAN, un ingrediente básico en todo hogar venezolano.

El análisis que hacen todas las familias altomirandinas cada vez que les toca reponer algún producto para la despensa encuentra eco en los informes del Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas –FVM), según el cual el precio de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF) cerró en noviembre en 121 mil 853 bolívares.

Esto se traduce en que una familia promedio de 5 miembros debe disponer de 12, 6 salarios mínimos (Bs. 9.648,18) para cubrirla.

“Yo creo que ya nadie tiene capacidad de llenar un carrito en un supermercado como se hacía antes una vez al mes”, dijo Daniela González, vecina de El Barbecho. “Primero porque cada día hay menos productos en los anaqueles y segundo no se tiene suficiente dinero para cubrir todo”.

–En mi caso una vez al mes intento reponer perfumería, otro la carne así como el pollo, otro el seco y otro más los productos de higiene y por último pero no menos importante los de aseo personal. Todo está tan caro que tuve que volver a mi color natural de cabello para evitar gastar 2 mil bolívares en un tinte que de paso no sé si volverá a ser despachado; incluso las pinturas de uñas las he eliminado de mi lista porque ya van por Bs. 500 las más baratas. No me gusta quedarme pegada en el pasado pero eso es medio millón de bolívares. Es una locura total y pareciera que la gente se está acostumbrando.

Otros van comprando lo que vayan encontrando en los negocios que visitan –cinco en promedio al día. “Hasta hace tres años yo entraba sin miedo al supermercado con mi esposa y tres hijos: ella pedía la carne, yo la charcutería, los chamos se encargaban de escoger las galletas y meriendas, y rematábamos con el resto e incluíamos lo que faltaba por reponer de perfumería, pero esa gracia no puede hacerse hoy día”, confesó Gerardo Venturi, habitante de Lagunetica.

–Hemos disminuido considerablemente el consumo de carne y pollo al mes; de hecho, solo los comemos cuando corremos la suerte de hallarlos regulados en algún operativo bien sea por mi trabajo o cuando lo hacen en la comunidad a través del consejo comunal.

Las latas de atún ya no existen en nuestros gabinetes y no hemos comido huevo durante diciembre porque me niego a pagar hasta 1.400 bolívares por un cartón que en teoría está regulado en 420. Como se nos acabó el jabón de baño nos hemos estado bañando con champú, pero sin abusar porque tampoco se consigue con facilidad. Lo que estamos viviendo es difícil de creer y asimilar. Es absolutamente deprimente.

Tradiciones alteradas
Los estragos de la inflación se visibilizaron aún más en diciembre, época caracterizada por el consumismo excesivo, pero que este año transcurrió con muchos supermercados repletos de consumidores desesperados y pocas personas en tiendas de ropa y calzado, así como jugueterías.

“Este ha sido un año totalmente atípico. Si diciembre estuvo flojo no me quiero ni imaginar cómo será el primer trimestre del 2016. Con las cosas cómo están la economía se irá reactivando, con suerte, entre abril y mayo.

Estamos mal y vamos para peor”, dijo Rafael Chávez, vendedor del Centro Comercial Ciudad La Cascada, municipio Carrizal.gf

Johana Rodríguez
jrodriguez@diariolaregion.net/@michellejrl

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