El descontento sigue regándose como pólvora a lo largo y ancho del territorio; y lo que es peor: cada vez nos sentimos más amenazados con que la crisis vuelva añicos los sueños de quienes siempre han querido una Venezuela soberana y en pleno ejercicio de la libertad
Primero se ofrecieron «cinco revoluciones», lográndose abrir un amplio abanico de esperanzas. Pero lamentablemente esta rimbombante propuesta no alcanzó a prosperar, generando así en la opinión pública una mayor frustración. Luego, fracasada aquella pomposa oferta, también a los sesudos asesores se les ocurrió inventar el plan emergente de «los catorces motores», ofrecimiento que aspiramos que logre prosperar, y no sea otra treta de cazadores de poder que se especializan en engatusar a los gobernantes de turno. Entonces, ¿habrá o no razones para que estemos hasta la coronilla con cuentos chimbos de canta mañana? ¿Cómo creerle a un jefe de gobierno cercado por adulantes y mediocres que impiden que Maduro de pie con bola?
Y como a buen entendedor poca palabras bastan, preguntémonos: ¿cómo creerle a un gobernante rodeado de los más variados zánganos, muchos de ellos convertidos en delincuentes enriquecidos a la sombra del poder, mientras al pueblo solo le lanzas las migajas del botín?, ¿acaso Nicolás Maduro ignora que este conflicto institucional lo tiene bailando en un tucero; y que el flamante Vicepresidente Ejecutivo, jamás podrá sacarle la pata del barro, porque desgraciadamente al susodicho personaje le quedó demasiado grande la crisis que crece como bola de nieve? Entre tanto, el descontento sigue regándose como pólvora a lo largo y ancho del territorio; y lo que es peor: cada vez nos sentimos más amenazados con que la crisis vuelva añicos los sueños de quienes siempre han querido una Venezuela soberana y en pleno ejercicio de la libertad.
Aunque resulte lamentable que lleguemos a tristes conclusiones, lo cierto es que los venezolanos estamos a punto de estallar por los cuatro costados, y todo por culpa de adulantes incompetentes que repiten errores para empujar al Jefe de Estado directo al despeñadero. ¡No me ayude compadre!, pareciera estar alertando una voz anónima.
Analizando desapasionadamente la dramática situación que atraviesa la nación, cabe reflexionar en voz alta: que con Chávez o sin él, habría sido inevitable este gran desastre sin parangón en el siglo XXI. Razones sobran y a los hechos nos remitimos. ¿Acaso nos equivocamos cuando gallardamente reconocemos que no supimos administrarnos en momentos de la bonanza petrolera; y que la falta de visión futura impidió apertrecharnos para tiempos de vaca flaca? ¿Y será por eso que sufrimos con el ratón moral que nos dejó la borrachera del boom petrolero? Por lo pronto, basta resignarse a recordar con nostalgia los días felices cuando nadábamos en abundantes divisas, y solo nos faltaba sarna para rascarnos. ¿O no?
«Papeles de Panamá», ¿será otro capítulo en la cochina historia de la polarización que parecieran estar predestinados por la fatalidad? Amanecerá y veremos.
Freddy Elías Kamel Eljuri
aporrea.org