Una serie de conductas observables configuran un conjunto social anómico donde impera el irrespeto a las normas como norma de vida
El día a día, la lucha por la sobrevivencia y la propia convivencia, se expresa en un deterioro del cuerpo social, drásticamente mutilado y desprovisto de una serie de dimensiones humanas, como la capacidad de soñar, de jugar, de imaginar, de fantasear, de crear y de vibrar. Se exacerba la exclusión del otro causante del mal y se impone una estrategia de asepsia social en manos de un cuerpo de higienistas encargado de «la limpieza», la descontaminación y de la revancha en todas sus expresiones. Impera el temor generalizado, la indiferencia social y la desconfianza al otro, a la autoridad, normas y la ley…
«El individuo anómico… vive en la delgada frontera de la sensación entre ningún futuro y ningún pasado».
Convertidos en una sociedad anómica profundamente fragmentada e incapacitada para asumir responsabilidad por los actos cometidos, se añora una figura fuerte -«una autoridad»- que convoque, que haga vibrar, soñar y recupere el sentido de pertenencia y de arraigo.
Una serie de conductas observables configuran un conjunto social anómico donde impera el irrespeto a las normas como norma de vida que desdibuja las fronteras entre legalidad e ilegalidad. El uso y abuso de los espacios públicos y la evasión de las responsabilidades públicas; la baja eficiencia y productividad, la corrupción e impunidad. El factor anómico se expresa en el tránsito («anomia en ruedas»), el bachaqueo y en el «como vayan viniendo, vamos viendo»; en la falta de mantenimiento y la cultura del rescate en tanto comportamiento «normal» y festejado. La actual coyuntura ha exacerbado el individualismo en la interpretación de las norma de acuerdo a los intereses propios: funciona para mí.
La radicalización post 6D entre gobierno y oposición y el choque de poderes, ha dado pie a otro tipo de ilegalidad, que impulsa a los bandos políticos a desconocer «la legitimidad de la autoridad» que dictan las normas en cuestión. Irrumpe la «anomia boba». Suerte de «ilegalidad boba» en la cual la no observancia a la norma en uno de los dos bandos políticos en conflicto, parece beneficiarle, pero resulta perjudicial para la sociedad en su totalidad.
Entre la hiperanomia y la anomia boba, ¿cómo se recoge el agua derramada?
Maryclen Stelling
aporrea.org