Un dicho popular asegura que el que espera desespera. Sin embargo, cuando nosotros le entregamos nuestra vida a Jesucristo y dejamos que Él nos transforme, nuestra actitud es diferente porque ya sabemos que somos hijos de un Dios Todopoderoso, para quien nada es imposible y que cuando esperamos en Él no desesperamos, porque toda nuestra fe está puesta Él.
Veamos algunos textos de las Santas Escrituras que confirman que Dios nunca nos desampara y que si confiamos en Él, ninguna situación que confrontemos, nos llevará a la desesperación.
“Oh, Jehová, de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré delante de ti y esperaré”, Salmo 5:3.
“Pacientemente esperé a Jehová y se inclinó a mí y oyó mi clamor y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso. Puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos”. Salmo 40:1-2.
“Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” Isaías 40:30-31.
Quizás usted dirá: pero el problema que tengo no puedo solucionarlo si me pongo a esperar y no hago nada. Es cierto, pero es necesario que entendamos que necesitamos la dirección del Espíritu Santo para lograr resolver las dificultades que confrontamos y que sin Dios, nada de lo que hagamos con nuestras propias fuerzas será suficiente.
En las Santas Escrituras leemos: “No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Isaías 41:10.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios. Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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