Una de las directrices de las Santas Escrituras es la que se refiere a la necesidad de entender y seguir las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, en cuanto a la forma de agradar al Padre con nuestra actitud.
La Biblia nos reitera de diferentes maneras, que debemos vivir conforme a las obras del Espíritu y no de la carne, para que no seamos dominados por la naturaleza pecaminosa que está en todos los seres humanos y que es la herencia del pecado de Adán.
“Digo pues, andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”, Gálatas 5:16-17.
Dentro de los seres humanos hay una batalla continua, pero debemos elegir entre rendirnos a las inclinaciones de la carne y someternos al dominio del pecado o dejarnos llevar por el Espíritu Santo y continuar bajo el dominio del Señor Jesucristo.
Muchos se preguntarán: ¿cómo identificar las obras de la carne y las obras del Espíritu?.
Esto está claramente definido en Gálatas 5:19-23 “Y manifiestas son las obras de la carne: adulterio, fornicación, inmundicias, lascivia, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, contiendas, disecciones, herejías, envidia, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes; más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…”.
Dios quiere que vivamos una vida que a Él le agrade, le honre y le glorifique y a pesar de las dificultades que siempre vamos a tener, vivamos agradecidos y en su gozo y paz.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988) beaperiodista@hotmail.com