En los interrogatorios, Yiya Murano jamás admitió haber matado a sus amigas. Se defendió asegurando: “Pero por favor, si yo no sé cocinar, ¿cómo les voy a preparar masitas envenenadas?” Reconoció haberles pedido dinero, pero a manera de favor
María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano nació el 20 de mayo de 1930 en Argentina. Es más conocida como Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat, siendo considerada por la justicia de ese país como una asesina y estafadora, condenada por tres homicidios.
Si bien se mostraba como una persona pudiente y culta, la realidad de Yiya era totalmente opuesta a esa. Era una mujer que carecía de una educación sólida y sus problemas económicos iban en aumento, ya que derrochaba el dinero que no tenía para comprar prendas importadas de las mejores y más reconocidas marcas.
Compartía su deprimente vivienda de dos ambientes llena de muebles viejos y paredes húmedas con su marido, un abogado civilista. Sus amigas, a manera de chiste, solían criticar a Yiya por sus gastos desmedidos.
Hábil con el veneno
El 24 de marzo de 1979, Carmen Zulema del Giorgio de Venturini, prima de Yiya Murano, murió en la escalera del edificio de la calle Hipólito Yrigoyen donde vivía. Los médicos diagnosticaron paro cardíaco. Las hijas de Zulema se percataron de que entre las pertenencias de su madre faltaba un pagaré por un valor de 20 millones, de los entonces pesos ley, que Yiya le debía a la recién fallecida.
El portero del edificio manifestó que, mientras la señora de Venturini agonizaba en el interior del edificio, la señora Murano había llegado a visitarla con un misterioso paquete en mano (que luego se descubriría que eran masas, una especie de galletas dulces muy comunes en Argentina) y de la manera más natural le había pedido una copia de las llaves del departamento de su prima.
Había entrado en la vivienda de la mujer y luego había salido rápidamente con unos papeles y un frasquito en la mano. Se lamentaba en voz alta: “Dios mío, es la tercera amiga que se me muere en poco tiempo”.
Durante la autopsia, los peritos descubrieron cianuro en el cadáver. Los investigadores relacionaron el veneno con el supuesto frasco mencionado por el encargado y entonces los policías comenzaron a establecer relaciones con dos personas fallecidas recientemente que también tenían contacto con Yiya Murano.
Descubrieron que en el departamento contiguo al de Yiya vivía su amiga Nilda Gamba, quien había muerto de manera imprevista el 11 de febrero de ese mismo año. El día antes, Nilda había ido a cenar a la casa de los Murano, donde se quedó hasta la una de la mañana. Nunca más fue vista con vida y al exhumar el cadáver se encontraron restos de cianuro alcalino. Murano le debía dinero y le había regalado masitas.
Leila Formisano de Ayala, amiga íntima de Yiya, compartió un viaje con la misma a Mar del Plata. El día 19 de febrero de 1979, Murano pasó a buscar a Leila por su departamento de la costa. Igualmente, más nunca fue vista con vida y pasados tres días de desconocimiento de su paradero, la policía la encontró muerta frente al televisor. También tenía masitas en la nevera, Yiya le debía dinero y en su estómago había restos de cianuro alcalino.
El 27 de abril de 1979, María de las Mercedes Bolla Aponte de Murano, fue detenida en su domicilio.
No se negó ni puso resistencia. Su causa la estudiaba el juez de primera instancia Diego Peres y fue acusada por homicidio en grado de reiteración. Yiya fue alojada en la cárcel de Ezeiza y tenía una excelente relación con todas las presidiarias.
El 6 de mayo de 1980 una guardia de la cárcel encontró tirada a Yiya en su celda con un dolor insoportable. La trasladaron al hospital Pirovano, donde la operaron por un derrame cerebral. Antes de operarse, pidió lápiz y papel para contar su historia. Jamás admitió ser culpable. La operación resultó exitosa.
El 15 de junio de 1982, luego de 3 años y 45 días detenida, sale en libertad, pero en 1993 se le conmutó la pena por 25 años de prisión por homicidio calificado por envenenamiento y estafas. Fue puesta nuevamente en libertad el 20 de noviembre de 1995, luego de 16 años de encierro. Hasta el 3 de febrero del 2003 disfrutó de su libertad condicional.
Al salir de la cárcel, su marido ya había muerto y su hijo, Martín, escribió un libro difamándola. Su imagen de abuela bromista y sencilla continúa confundiendo a la población, que frecuentemente fantasea con su inocencia.
La autora argentina Marisa Grinstein la incluyó en su libro Mujeres asesinas y en el año 2006, el programa de televisión de Canal 13, Mujeres asesinas, recreó la vida de Yiya Murano, quien fue interpretada por la actriz Nacha Guevara. Al final del episodio, se ve a la verdadera Yiya defendiendo su supuesta inocencia, brindando pruebas a su favor.
En el 2008, Yiya volvió a ser denunciada. Esta vez por su sobrina, quien aseguró que su tía la quiso envenenar con un plato de fideos con mantequilla. Esto no se pudo comprobar. Actualmente, Yiya vive en una residencia geriátrica para ancianos y a veces da entrevistas para la televisión.
Desmentido de hijo
Martín Murano, hijo de Yiya, desmiente a su madre que sostiene incansablemente su inocencia: “Ella me dijo que era culpable, que había matado, lo cual conté en mi libro sobre ella. Pero no la ví desde que salió, ni pienso verla. No me interesa”, han sido las palabras del único descendiente de la envenenadora de Monserrat.
Edda Pujadas