No solo de pan se vive, sino en una sociedad justa
La administración de justicia jurisdiccional y administrativa es el fundamento indispensable para la convivencia social en paz. La sociedad exige, reclama y aspira sin distinciones y exclusiones la mayor suma de felicidad en calidad de vida que no puede obtenerse por vía de una revolución permanente bajo una supuesta defensa del pueblo. Aún cuando el socialismo marxista-comunista pretenda dividir la sociedad entre patriotas solo los del partido y apátridas los de la oposición, es inaceptable y utópico, porque, en definitiva, ninguna persona o por lo menos la gran mayoría, no tiene en su conciencia un carnet indisoluble como un maniquí de exhibición. La justicia, en su concepción de ecuanimidad se perfecciona en la paz, por lo que la “ley del talión”, de ojo por ojo, diente por diente, es la antítesis de la tranquilidad pública. La justicia no tiene nombre ni puede depender de posiciones políticas partidistas o doctrinarias, es así, en el hacer y el deber ser, de lo justo y de lo injusto. Desde los tiempos del Rey Salomón, la justicia sin nombre se refleja al ordenar dividir en dos al bebé causa del juicio entre dos madres, la verdadera, quien se opuso y a ella, le fue entregado el bebé. La administración de justicia, desde que el mundo es mundo, ha flaqueado en lo injusto, lo que evidencia que la justicia no es darle a cada quien lo suyo, como se definía en la antigua Roma, por lo que no admite calificación alguna y menos de justicia de la revolución o del partido, por no ser justa. La justicia, para tener la justeza del derecho, debe estar en concordancia en un trípode de base de cristal, con el bien común y la seguridad. La sola justicia no es el desiderátum de la administración pública, porque en definitiva es la sociedad misma hecha ley y la ley es la razón pública, que no puede ser soslayada por el abuso del poder. Uno de los principios fundamentales de la administración de justicia, es lo inadmisible de ser juez y parte. Recientemente, el presidente de la república decretó la justicia socialista y rompió con el esquema de la infraestructura constitucional democrática, por cuanto le dio calificación a la justicia inmersa en la doctrina socialista-marxista, a pesar de que se cobija con un manto de virtudes. Las colas y demás colas para comprar pañales, medicinas y lo primario para comer no da rabia, sino lágrimas, porque no es la lucha contra el capitalismo salvaje, sino la humillación que se hace a la gente, la mayoría madres que claman piedad. La expropiación sin fórmula de juicio a panaderías se convierte en sal y agua al destruir no solo fuentes de trabajo, sino un modo de vida y la paz ciudadana. Lo justo es prevenir el hecho por sus causas, no por sus efectos. Si no hay pan, es porque no hay harina, lo demás es populismo. La justicia socialista, como ha denunciado la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, es inconstitucional y entraña la calificación y ejecutorias del socialismo-marxista.
Cesáreo José Espinal Vásquez / cjev@cantv.net