Amandla era el grito de guerra de Nelson Mandela, cuyo nacimiento conmemoramos el 18 de julio de cada año
Amandla significa poder en zulu y xhosa, dos de las lenguas sudafricanas. La palabra se convirtió en una consigna de la lucha contra el apartheid. Alguien gritaba Amandla con el puño levantado y el resto contestaba Awetu o Ngawetu, que significa para nosotros. O sea, poder para nosotros, para la gente, para el pueblo.
Amandla era entonces el grito de guerra de Nelson Mandela, cuyo nacimiento conmemoramos el 18 de julio de cada año haciendo énfasis en que con nuestra movilización podemos hacer de este un mundo mejor, que el cambio que soñamos depende de todos y cada uno de nosotros, que está en nuestras manos el hacerlo realidad.
Nelson Mandela, «Madiba» para su pueblo, fue uno de los estadistas más respetados del mundo y una fuerza moral en las relaciones internacionales. Dirigió su amado país, Sudáfrica, a través de lo que uno de sus biógrafos llamó una «revolución negociada» para reemplazar el brutal régimen del Apartheid por una democracia multirracial, transfiriendo el poder de la minoría blanca a la mayoría negra sin el baño de sangre que muchos supusieron era inevitable. Hizo historia, y en el proceso, se convirtió en un ícono, una «leyenda», «un auténtico héroe», «el mito detrás de la creación de la nueva Sudáfrica» y el sueño personificado de un mundo mejor.
En la resolución 64/13 de la Asamblea General de la ONU se reconoce su gran aporte a la humanidad a través de su labor en los ámbitos de la solución de conflictos, las relaciones interraciales, la promoción y protección de los derechos humanos, la reconciliación, la igualdad entre los géneros, los derechos de los niños y otros grupos vulnerables, y la defensa de las comunidades pobres y subdesarrolladas.
En los últimos años de su vida se dedicó a hacer campaña en contra del Sida, enfermedad que estaba haciendo estragos en su país y en el mundo. Clamó por más fondos, más investigación, y mejor tratamiento y educación.
Se reconoce también su contribución a la lucha por la democracia a nivel internacional y a la promoción de una cultura de paz.
“La paz no es simplemente la ausencia de conflicto; la paz es la creación de un entorno en el que todos podamos prosperar, independientemente de raza, color, credo, religión, sexo, clase, casta o cualquier otra característica social que nos distinga”, dejó escrito en su autobiografía.
Todos tenemos la capacidad y la responsabilidad de mejorar nuestro entorno. Hagamos de Amandla un grito universal en contra de las injusticias, por la paz la democracia y la libertad.
Él nos enseñó el camino, tengamos el coraje de seguirlo.
¡Amandla !
María Gabriela Mata Carnevali
Profesora de la Escuela de Estudios Internacionales. FACES-UCV.