Un centenar de ciudadanos recibe una taza de caldo con carne y verduras surtidas, sin ningún tipo de interés por los benefactores que no sea mitigar el hambre de la gente.
La crítica situación económica en la cual se encuentra inmersa una gran mayoría de la población venezolana, especialmente quienes nadan en las corrientes de la pobreza, ha motivado a otros ciudadanos a demostrar sus cualidades humanitarias, desprendiéndose de algo de su tiempo y un poco de sus bienes para paliar la necesidad de alimentación que hoy presenta el prójimo.
Es el caso de la familia Perdomo Laya, en Santa Teresa del Tuy, quienes desde su establecimiento comercial, todos los miércoles, en horas del mediodía, reparte 100 tazones de sopa, totalmente gratis.
Ivan Antonio Perdomo, conocido también como Tony, junto con su madre, su padre y sus hijos, en compañía de la señora Leonarda Fernández, quien ayuda en la cocina, y otros voluntarios, se organizan desde el día anterior para preparar la enorme olla de sopa con presas de res y pollo.
Justo a las 12:00m. comienzan a llegar los comensales en la calle San Rafael del municipio Independencia, con su taza en mano, para recibir con agradecimiento uno o dos cucharones de sopa, al mismo que retribuyen con una bendición de Dios a sus benefactores.
“Esto lo hacemos, dice Tony, sin ningún tipo de interés comercial, ni político. Pero si puedo decir que la motivación me vino por la experiencia que viví en mi corto tiempo de emigrante que pasé en Panamá; donde observé a muchos paisanos venezolanos haciendo colas para recibir un plato de comida. Y, dadas las circunstancias que hoy atraviesa el país, quiero dar mi agradecimiento a Dios por traerme de vuelta a mi tierra y permitirme ayudar a quien lo necesite”.
Vale destacar que hay otros nombres de benefactores que cooperan con esta noble misión, pero que prefieren el anonimato.
Solidaridad venezolana
Rafaela Ramírez, con 45 años, en compañía de sus dos hijas, residente en el caserío San Vicente del municipio Independencia, deambula por las calles de la ciudad y desde hace tres semanas recibe esta comida, la cual agradece de corazón, al igual que sus descendientes. Jesús Benítez (56), en compañía de su esposa minusválida, Ana Parra (60), alojados en un tráiler colocado por la alcaldía en terrenos del hospital, como albergue temporal; también ingieren la primera y única comida del día en este lugar.
MIP-TUY Agencia/Rafael González
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