Paraguay es un país que no ha derrotado totalmente las enormes inequidades que posee su territorio. Se trata de una nación con una considerable población indígena que no consigue satisfacer plenamente sus requerimientos
La historia paraguaya está llena de angustias y sobresaltos; de experiencias fatídicas que, gracias a un enorme esfuerzo, se transformaron en épocas de tranquilidad. Sin embargo, cada cierto tiempo se presentan inestabilidades que hacen compleja la existencia en ese país, llevando a que la mirada de la comunidad internacional se pose sobre él.
En las últimas horas se vienen presentando situaciones que dejan muy mal parado al gobierno de Mario Abdo Benítez, no solo en lo que concierne a su gestión, sino también al manejo comunicacional que se ha dado a algunas coyunturas, en concreto a lo relacionado con la seguridad nacional y el control frente a la actuación de grupos irregulares.
Paraguay es un país que no ha derrotado totalmente las enormes inequidades que posee su territorio. Se trata de una nación con una considerable población indígena que no consigue satisfacer plenamente sus requerimientos. Esa brecha ha provocado que algunos sectores irrumpan contra el sistema, empleando el supuesto argumento de construir escenarios que superen las diferencias sociales.
Ese es el caso del denominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), una organización terrorista que, según informaciones, cuenta con un número de combatientes que oscila entre los cincuenta y cien militantes. De todas maneras, se trata de una agrupación sumamente violenta que ha estado señalada de haber incurrido en acciones de la delincuencia transnacional y de participar en operaciones de envergadura junto a otras organizaciones criminales.
Hace unos días, el ejército de Paraguay llevó a cabo unas maniobras contra intereses del EPP en una zona al norte del país. En el operativo fueron asesinadas dos niñas que, según pesquisas, tenían once años. El ejército las enterró, aduciendo que la pandemia obliga a protocolos rápidos. Pero, complicando aún más los acontecimientos, la aparición de una persona en Argentina, señalando que las caídas en las maniobras eran sus nietas y que estaban registradas en ese país, hizo que el gobierno de Alberto Fernández solicitara una explicación, generándose además protestas contra la representación diplomática de Paraguay en Buenos Aires.
Los enredos de la administración paraguaya empezaron a aparecer, llevando a que el gobierno de ese país, como respuesta, hablara de que se trataba de niñas paraguayas y no argentinas que habían sido dejadas en el campamento subversivo por sus padres. Tal fue la presión que el gobierno tuvo que acudir al Congreso y comparecer, en una sesión privada dado que podía manejarse información de Estado, para tratar de explicar su versión de los hechos.
En medio de la reunión llegó la noticia del secuestro del exvicepresidente de la república, Óscar Denis, acontecimiento que ha exacerbado los ánimos y ha llevado a que figuras relevantes de la oposición como Efraín Alegre culpen al gobierno y soliciten la destitución de los ministros del interior y defensa. El plagio del político y de uno de sus peones es, según ha indicado el gobierno, obra del EPP, en represalia por el operativo militar.
Mientras el presidente visitaba la zona de los acontecimientos y pedía tiempo a los familiares de los cautivos, el avión presidencial viajaba a Colombia para buscar ayuda de técnicos en el manejo de estas coyunturas y se establecían contactos con Brasil para concretar la cooperación.
Preocupa la situación paraguaya, pues de esos vientos de inestabilidad se nutren los radicalismos.
Soluciones “a la Argentina”
La realidad noticiosa de Argentina siempre ha sido movida, más en una época en la que se vive la política de una manera extrema y en la que la polarización está a la orden del día. Viejos mitos que aparecen cada cierto tiempo y que se emplean en debates electorales y tendencias que pugnan por el control de los partidos y que tratan de dejar su huella, son características de un país que subsiste en un constante debate.
Además de ello, experimenta la nación una convulsión social marcada, expresada en protestas y movilizaciones, una de las últimas coordinada por la policía de la provincia de Buenos Aires que reprocha sus bajos sueldos y exige mejores reivindicaciones. La solución del gobierno fue quitar recursos de la asignación presupuestaria a la ciudad de Buenos Aires para dárselos a la región.
Soluciones coyunturales que no resuelven el problema de fondo; por el contrario, abren una brecha de discrecionalidad que puede terminar siendo muy costosa.
Luis Daniel Álvarez V.
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