-14 noviembre, 2020-
Un estudio revela que los huracanes duran cada vez más tiempo una vez que tocan tierra, extendiendo más su destrucción.
Las aguas oceánicas más cálidas debido al cambio climático probablemente hacen que los huracanes pierdan energía más lentamente después de tocar tierra, porque estas actúan como combustible para los meteoros, agregó el estudio. Con la tormenta Eta amenazando Florida y la costa del Golfo de México unos pocos días, el autor principal del estudio advirtió de más daños lejos de la costa que antes.
El estudio de la revista científica Nature examinó 71 huracanes del Atlántico que tocaron tierra desde 1967. Encontró que en la década de 1960 la fuerza del viento de los huracanes disminuyó dos tercios en las 17 horas posteriores a la llegada a tierra, pero ahora, por lo general, las tormentas tardan 33 horas en debilitarse en ese mismo grado.
“Este es un gran aumento”, dijo el autor del estudio Pinaki Chakraborty, profesor de dinámica de fluidos en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa, en Japón. “Ha habido una gran disminución en el deterioro de los huracanes”, agregó.
El huracán Florence, que en 2018 causó daños por $24.000 millones, tardó casi 50 horas en debilitarse en casi dos tercios después de tocar tierra cerca de Wrightsville Beach, Carolina del Norte, dijo Chakraborty. El huracán Hermine, en 2016, tardó más de tres días en perder suficiente potencia después de golpear la bahía Apalachee de Florida.
A medida que el mundo se calienta por el cambio climático causado por el ser humano, las ciudades del interior como Atlanta podrían sufrir más daños por tormentas futuras que simplemente no se deteriorarán a la velocidad de antes, dijo Chakraborty.
“Si sus conclusiones son sólidas, lo que parecen serlo, al menos en el Atlántico, se podría argumentar que los costos de los seguros deben comenzar a subir y los códigos de construcción deben mejorarse… para compensar esta fuerza de destrucción adicional del viento y el agua una vez que está tierra adentro”, dijo Brian McNoldy, investigador de huracanes de la Universidad de Miami, que no formó parte del estudio.