Hartos de los altos índices de delincuencia así como de la corrupción al tiempo que demandan una mejora en los servicios públicos, los brasileños no abandonan las protestas ni siquiera en el fin de semana
BRASILIA, Brasil — Los manifestantes volvieron a tomar las calles en Brasil en una nueva oleada de marchas ayer en contra de un proyecto de ley que limitaría el poder de las fiscalías estatales y federales en la investigación de delitos, y exigen mejores servicios públicos y que se ponga fin a la corrupción en el país.
Miles de personas se congregaron en la plaza principal de Belo Horizonte y cientos más participaron en marchas en otras ciudades, protestando principalmente por una legislación que, de aprobarse, quitaría poderes a los fiscales que investigan delitos en un país en el que la mayoría de la población se dice harta ante los altos niveles de robos y asesinatos.
La oposición al anteproyecto domina las protestas convocadas en Sao Paulo, Brasilia, Río de Janeiro, Fortaleza, Belo Horizonte, Goiania, Salvador y Santa María.
En otras 20 ciudades los manifestantes exigieron mejor y más barato servicio de transporte público, y protestaron contra la corrupción y por los miles de millones que se están gastando en los preparativos para la Copa Mundial de 2014 y las Olimpiadas del 2016.
Y Dilma habló
El viernes, la presidenta brasileña Dilma Rousseff rompió su silencio casi absoluto después de más de una semana de multitudinarias y violentas protestas, al decir en un discurso transmitido por televisión a la hora de mayor audiencia que las protestas pacíficas son parte de una democracia sólida pero que no puede tolerarse la violencia. La mandataria prometió mejorar los servicios públicos y dialogar con líderes de las protestas.
Pero no estaba claro exactamente quién representaría a los nutridos y descentralizados grupos de manifestantes que han tomado las calles para protestar contra los pésimos servicios públicos a pesar de una alta carga fiscal.
«Mi generación luchó mucho para que se pudiera escuchar la voz de la calle», dijo Rousseff. «Muchos fueron perseguidos, torturados y muchos murieron por esto. Hay que escuchar la voz de la calle y respetarla, y no se puede confundir con el ruido y la truculencia de algunos agitadores».
Reacciones diversas
Edvaldo Chaves, portero de 61 años en Flamengo, un vecindario de lujo de Río de Janeiro, dijo que el discurso le pareció convincente.
«Me pareció calmada y con sentido. Además, ella fue guerrillera y estuvo en el exilio, habla del tema de las protestas de manera convincente», dijo Chaves. «Creo que la situación se va a calmar. Probablemente veamos gente en las calles, pero en menor número».
Pero Bruna Romao, de 18 años y empleada de una tienda en Sao Paulo, opinó que las palabras de Rousseff probablemente no tengan mucho impacto.
«Los brasileños son apasionados», dijo. «Nos disparamos rápido, pero también se nos quita rápido. Pero esta vez es diferente, la gente está fuera de control. No veo que la situación se calme pronto».
Romario apoya
las protestas
El exfutbolista brasileño y campeón mundial Romario manifestó su apoyo a las protestas con que sus compatriotas reclaman mejores servicios públicos y atacó a la FIFA, blanco también de las manifestaciones, a la que acusó de mandar en Brasil.
«Nuestros gobernantes tienen que entender definitivamente que a partir de ahora acabaron los días de desvíos, corrupción, robos, deshonestidad y, principalmente, falta de respeto para con nuestro pueblo», dijo Romario en un vídeo que publicó en Internet