La falta de creatividad o alternativas para la recreación puede hacer que nuestros hijos y nuestras hijas queden atrapados y atrapadas por las pantallas del televisor, computadoras, video juegos, intoxicándose de contenidos violentos o sexuales no aptos para su edad e inconvenientes para su salud emocional
Todos esperamos con ansias las vacaciones. Soñamos con cambiar la rutina, hacer cosas distintas y emocionantes que le pongan colores diferentes a la cotidianidad.
La Ley Orgánica para la Protección del Niño, niña y del Adolecente (LOPNNA) en su Artículo 63 contempla que todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho al descanso, recreación, esparcimiento, deporte y juego; sin embargo, para las familias este largo período de vacaciones puede convertirse en un “dolor de cabeza” al no saber qué hacer con sus hijos o hijas, especialmente si les toca trabajar y no tienen con quien dejarlos o dejarlas.
Por la cantidad de tiempo libre, la dinámica familiar cambia, los horarios se tornan más flexibles a la hora de levantarse o ir a la cama, comer, recrearse, jugar… Estos cambios pueden generar en la familia estrés, a veces difícil de manejar. Puede preocupar que tanto tiempo de ocio haga que olviden lo que aprendieron durante el año escolar y les asusta que “pierdan tanto tiempo” y surge la opción de realizar actividades de nivelación inscribiéndolos o inscribiéndolas en cursos y talleres. Estas iniciativas no suelen ser muy del agrado de los niños y niñas pues sienten que les impide hacer un corte que permita experimentar con actividades diferentes a lo que comúnmente hacen en la escuela.
Durante este período a muchos y muchas adolescentes se les activa el deseo de buscar un empleo que le permita, ocupar el tiempo libre y conseguir algunos recursos para comprar el equipo o la prenda de vestir con la que tanto han soñado o tener dinero para ir al cine, la playa, etc. A las familias les asusta que el gusto por el dinero los lleve a plantease la posibilidad de dejar los estudios por el atractivo de contar con un empleo.
¿Qué podemos hacer?
√CONVERTIR EL ARTE UN EN ALIADO estimulándolos y estimulándolas a que se expresen con dibujos que pueden convertirse en cuentos que se compartan con la familia. Podrían realizar tarjetas, cuadros con imágenes o escenas que obsequien a sus seres queridos o para decorar su habitación.
√ CONVERTIR LAS MANOS EN POSIBILIDADES PARA CREAR realizando manualidades sencillas, para crear cofres de cartón, títeres, porta retratos, porta lápices…
√ APRENDER A TOCAR UN INSTRUMENTO MUSICAL, participar en clases de danza o cualquier otro baile que sea de su interés.
√ REALIZAR DEPORTES, MONTAR BICICLETA, salir de excursión. Se pueden organizar las familias para turnarse y acompañarlos y acompañarlas.
√ COLABORAR CON LAS TAREAS DEL HOGAR Y COMPARTIR, en horarios acordados y que tengan como compensación el estar juntos, comunicarse mientras realizan las actividades domésticas.
√ REDECORAR EL CUARTO o algún lugar de la vivienda con el apoyo de los adultos pueden organizar la habitación de forma diferente, seleccionar lo que ya no utilizan y si está en buen estado donarlo y de esta forma se estimula la solidaridad.
√ COCINAR JUNTOS. Hacer galletitas, gelatina, ensaladas o platos sencillos siempre y cuando se tomen precauciones para evitar accidentes.
√ VER PELÍCULAS, reflexionar sobre el contenido, los personajes, la trama, para identificar qué opinan y sienten sobre lo planteado. Se puede estimular su imaginación preguntándoles qué hubiesen hecho ellos y ellas en esa situación.
√ PARTICIPAR EN PLANES VACACIONALES. Son una buena oportunidad para que los niños y las niñas puedan recrearse y socializar con otros niños y niñas. Se puede investigar los que están realizando la alcaldía para este período, con costos accesibles y personal preparado.
√ VISITAR FAMILIARES, pasar unos días juntos, como por ejemplo abuelos, tíos, primos para compartir y propiciar el acercamiento.
√ ADOPTAR UNA MASCOTA. Siempre y cuando se cuente con las condiciones y compromiso para cuidarla y protegerla. Adoptar solo animales domésticos y no los que requieren de su hábitat para estar sanos; como ejemplo: monos, guacamayas o cualquier otra especie silvestre.
Atentos y atentas a los riesgos
La falta de creatividad o alternativas para la recreación puede hacer que nuestros hijos y nuestras hijas queden atrapados y atrapadas por las pantallas del televisor, computadoras, video juegos, intoxicándose de contenidos violentos o sexuales no aptos para su edad e inconvenientes para su salud emocional. A veces, las familias sienten un alivio al ver que sus hijos e hijas se “quedan tranquilos” cuando no se despegan de las seductoras pantallas y olvidamos que lo que ven, escuchan y comparten puede confundirlos, alterarlos, llenarlos de tensión y que se pongan agresivos por el estímulo recibido durante tantas horas seguidas.
Otro de los riesgos es la frustración de no lograr que las expectativas con las vacaciones se cumplan de acuerdo a lo soñado y ese sentimiento puede traducirse en síntomas depresivos. La sensación de “no tener nada que hacer” y no poder disfrutar como lo hacen los vecinos, vecinas e incluso otros integrantes de la familia, puede generar tensiones, mal humor, que hay que identificar para que no afecten la convivencia familiar.
Paradójicamente, muchas horas con nuestros seres queridos pueden llevarnos a conflictos que dificultan la convivencia. La intolerancia a las diversas formas de ser y actuar de los miembros de las familias por las diferencias en los intereses, puede hacer que se pierda la paciencia y los gritos, insultos y agresiones físicas se hagan presentes.
Lo cierto es que las vacaciones pueden alterar el equilibrio emocional por el reto de tener más tiempo para estar juntos y juntas, de modo que los conflictos, que durante el año pudieron estar encubiertos, porque salíamos en la mañana y regresábamos en la noche, en las vacaciones tienen 24 horas para manifestarse.
Los conflictos solo se pueden prevenir si logramos reconocer los factores que los generan para tomar medidas que posibiliten el autocontrol cuando las diferencias o contradicciones se hagan presentes.
En las vacaciones, más que nunca, es necesario negociar partiendo de lo cotidiano. Negociar no es imponerse, es comunicarse, intercambiar opiniones y hacer propuestas lo más democráticamente posible. Ciertamente no es fácil, cuesta complacer al otro porque podemos caer en la tentación de querer tener siempre la razón. Sin embargo, este paso es necesario si queremos enseñarles con el ejemplo a nuestros hijos a resolver los conflictos y a vivir en armonía. Así podremos hacer de las vacaciones un tiempo para crecer como personas y enriquecernos como familia.
Óscar Misle
Las vacaciones pueden alterar el equilibrio emocional por el reto de tener más tiempo para estar juntos y juntas, de modo que los conflictos, que durante el año pudieron estar encubiertos, porque salíamos en la mañana y regresábamos en la noche, en las vacaciones tienen 24 horas para manifestarse
La Voz de los Derechos Humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz
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