La impunidad política en la dictadura de hoy y la represión en la democracia de ayer
A nuestro entender, la impunidad con la que actúan los derechistas, refleja, más que debilidad de parte del gobierno bolivariano, una convicción doctrinaria de que se puede gobernar en democracia sin apelar a la represión, aunque manteniendo a raya a los más desaforados
Ya es casi un lugar común que dirigentes de la derecha, y los medios de difusión que les sirven de palestra, en el desarrollo de la estrategia desestabilizadora que vienen desplegando en el país, apelen al argumento de que en Venezuela se vive bajo un régimen de terror, en el que se violan flagrantemente los derechos humanos y se desconoce el estado de derecho, en fin, que estamos ante un gobierno, según estos planteamientos, de neto corte dictatorial, que sólo, aparencialmente, mantiene la virtual imagen de gobierno democrático.
Hasta dirigentes estudiantiles oposicionistas, de esos que no traspasan todavía los parámetros de una generación, también, recurren a este mecanismo argumental, aunque en estos casos, entendemos, tal ligereza obedece a razones, básicamente, de desconocimiento de la realidad histórica. Pero los avezados dirigentes de la derecha opositora que adversan acerbamente al proyecto político bolivariano, al emplear calificativos de ese tenor, sí lo hacen conscientemente, a sabiendas que le están mintiendo, en primer lugar, a su propia gente, sus seguidores, y, en segundo lugar, al país en su conjunto; para ellos todo vale, a la hora de aplicar el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios.
Particularmente, es más triste y lamentable escuchar tales “razonamientos” en los dirigentes o voceros opositores, hoy tránsfugas en la derecha, pero, que ayer fueron activistas y connotados militantes de la causa popular, que sufrieron y padecieron, muchos de ellos en carne propia, la acción verdaderamente represiva que desataron quienes, revestidos de demócratas, violentaron los más elementales principios de la democracia, de la convivencia humana, y que hoy, impúdicamente, le reclaman al gobierno bolivariano, lo que ellos transgredieron a más no poder (cachicamo llamando al morrocoy conchúo).
La historia está allí
Vayamos a situaciones concretas, ayudémonos con testimonios que están recogidos en documentos, libros, etc, que reflejan con exactitud la verdad de los hechos, la que hoy se quiere tergiversar y desconocer con tanta impudicia.
Por ejemplo, (Tomado del libro: “La lucha social y la lucha armada en Venezuela”, de la profesora Elia Oliveros Espinoza, editado por la Fundación Editorial el perro y la rana).
Año 1960. 20 de octubre. Los estudiantes protestan por la detención de Héctor Pérez Marcano y el Prof. Humberto Cuenca, señalados de ser los responsables de la publicación en el semanario Izquierda de un editorial en el que se plantea, según lo recoge la profesora Oliveros “…La única vía para solucionar los males que aquejan al país, para salir de la crisis económica y para garantizar el sistema de libertades públicas, es propiciando un cambio de Gobierno.” La detención de estos dirigentes originó una serie de protestas en todo el país, que produjo una represión de tal magnitud que los periódicos registran 10 muertos, 200 heridos y más de 350 detenciones.
Esto ocurría en el marco de un gobierno que como el de Rómulo Betancourt (“padre de la democracia”, según algunos) se desarrolló con las garantías constitucionales suspendidas durante todo su período 1959-1964. Y esta práctica represiva fue recurrente, durante todo el período puntofijista, pero, cosas veredes, los represores de entonces quieren presentarse como los demócratas de ahora.
En cambio, desde que el proyecto bolivariano se instauró en el país por decisión mayoritaria del pueblo, a partir de 1999, en estos 14 años transcurridos, se puede decir que no ha acontecido un solo día sin que alguna declaración o artículo de opinión, sea emitida en los medios, proveniente de dirigentes, voceros, analistas o periodistas vinculados a los partidos u ONGs de la derecha, incitando o llamando al desconocimiento del gobierno constitucional (sin excluir las acciones flagrantes de participación en acciones golpistas (abril 2002), insurreccionales ( huelga meritocrática petrolera 2002-2003; guarimbas 2004), intentos magnicidas (finca Daktari), etc, promovidas por la derecha lacaya en estrecha alianza con el imperialismo estadounidense) y sin embargo, a pesar de esas circunstancias, no ha desatado el gobierno bolivariano (ni cuando con el Comandante Chávez ni ahora con el Presidente Maduro) una acción represiva masiva, violatoria de los más elementales derechos humanos de los sectores opositores y, en ningún caso, se han suspendido las garantías constitucionales.
Por ejemplo, por una declaración como esta: “Este gobierno no puede durar mucho tiempo… y está trabajando para que un nuevo gobierno llegue pronto”, María C. Machado, entrevista en el semanario La Razón, Nº 973, del 1º al 8 de septiembre de 2013, que le hubiese pasado a la declarante en los gobiernos adecos de Betancourt o Leoni.
A nuestro entender, la impunidad con la que actúan los derechistas, refleja, más que debilidad de parte del gobierno bolivariano, una convicción doctrinaria de que se puede gobernar en democracia sin apelar a la represión, aunque manteniendo a raya a los más desaforados; en todo caso, el proceso histórico se encarga de poner a cada quien en el sitio que le corresponde; por ello Betancourt, Leoni, Caldera, CAP, Lusinchi, Luis Herrera, Carmona, se ubican cada día en el basurero de la historia.
La impunidad estadounidense
Con el apoyo que el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, le acaba de dar al plan de Obama, de atacar a Siria, con el falaz argumento de que el gobierno sirio ha usado armas químicas contra su propio pueblo, acerca más el fatídico día en que las bombas yanquis y la de sus aliados acólitos comiencen a masacrar este sufrido pueblo árabe como ya lo hicieron en Afganistán, Irak, y Libia. Una vez más, la fuerza y la impunidad se harán presentes en el Medio Oriente con su tronío de muerte y desolación. Obama, más que Premio Nobel de la Paz merece el Premio de la Muerte, del Oprobio y el Olvido
Notas paralelas / Miguel Ugas