Según los cronistas de esa época, todos los sujetos que asesinó cobraban intereses especulativos, por lo que el pueblo de Valparaíso en Chile lo tildó como una especie de Robin Hood por considerar que los crímenes eran “actos de justicia del proletariado contra la burguesía”
Luís Amadeo Brihier Lacroix, popularmente conocido como Emile Dubois, nació en Pas de Calais, Francia, el 29 de abril de 1867. Fue un asesino en serie, que se hizo famoso en Chile a comienzos del siglo XX al ser acusado y posteriormente condenado por matar, entre los años 1905 y 1906, a cuatro personas extranjeras, que eran connotados hombres de sociedad.
La crónica publicada en el diario El Mercurio de Chile el 16 de junio de 1906, a propósito de su detención, lo describe como un hombre de estatura mediana y buena contextura. Bigote y barba rubia y peinada hacia atrás. Su mirada y frente denotaban altivez y audacia. A menudo solicitaba préstamos de dinero, valiéndose de mentiras que denotaban su habilidad, adquiriendo entre no pocos la fama de estafador.
Al parecer, Emile Dubois fue un aventurero culto y durante su vida, junto con cometer atroces crímenes, realizó un sinfín de otras actividades como, por ejemplo, escribir una obra de teatro que dirigió y actuó en el teatro La Comedia de Barcelona, España; ser comandante guerrillero en Colombia; dirigente de los obreros bananeros en Ecuador; ingeniero de minas en Bolivia y entrenador de fútbol en Buenos Aires.
Sed de venganza
Al arribar a Chile ya contaba con una lista de personas que debía asesinar, todos ellos usureros extranjeros o hijos de estos. Según el juez Santiago Santa Cruz, quien lo condenó, la sed de venganza y muerte de Dubois se debía a la suerte corrida por su familia que había sido timada por uno de estos.
El primer asesinato lo comete en Santiago de Chile el 07 de marzo de 1905, siendo su víctima Ernesto Lafontaine, contador general del molino San Pedro, en sus oficinas de calle Huérfanos. Junto con el robo, Dubois destruyó todos los muebles.
El 04 de septiembre del mismo año, ya en Valparaíso, es asesinado el comerciante de 65 años de edad Reinaldo Tilmanns en la bóveda de su almacén de importaciones de calle Blanco. Luego, el 14 de octubre, corre igual suerte un acaudalado y conocido comerciante alemán de 55 años de edad, Gustavo Titius. El 04 de abril de 1906, en la puerta del domicilio del Pasaje Ludford de Valparaíso, agredió a puñaladas al comerciante francés Isidoro Challe, quien se recuperó más tarde.
El 02 de junio de 1906, cerca de las seis de la tarde, el dentista norteamericano Charles Davies se encontraba en su estudio, ubicado en la plaza Aníbal Pinto, cuando escuchó ruidos extraños en la puerta, sorprendiendo a un individuo que trataba de ingresar. Increpado por Davies, el hombre negó tener malas intenciones, pero cuando conversaban, Dubois extrajo un garrote de goma y le asestó un golpe en la cabeza. El golpe no abatió al corpulento dentista, quien comenzó a dar fuertes gritos de auxilio, lo que motivó la concurrencia de varias personas y Dubois se vería obligado a darse a la fuga.
La huida tomó rumbo por la calle Melgarejo y fue perseguido por varios transeúntes y un agente policial en la plaza Aníbal Pinto. Frente al pasaje 6, fue atrapado por el policía, sin embargo, logró zafarse y siguió su carrera hasta Errázuriz, donde finalmente fue capturado.
Ante la policía, dijo llamarse Emile Dubois Morales o Murralley, que era ingeniero de minas, incluso portaba tarjetas de presentación que lo acreditaban como tal. En su huida había dejado caer una daga de acero que se ataba a la muñeca, un manojo de llaves ganzúas, un garrote de goma y una linterna.
Para ese entonces, Emile Dubois contaba con 38 años de edad y aseguró que había nacido en Francia, aunque arribó al país con documentos que señalaban como lugar de nacimiento Bogotá, Colombia.
Condenado al paredón
La prueba que finalmente lo inculpó, fue un reloj Waltham que había pertenecido a Lafontaine y que con el nombre de Luis Brihier, habría empeñado en la agencia La Bola de Oro. El proceso a cargo del juez del crimen de Valparaíso, Santiago Santa Cruz, concluyó con la condena a muerte de Emilio Dubois por el homicidio de Ernesto Lafontaine.
En la cárcel de Valparaíso, a la espera del pelotón de fusilamiento, lo sorprende el terremoto del 16 de agosto de 1906. En medio de la confusión, se cree que Emile Dubois se ha fugado, por lo que se ordena realizar una revisión del centro de reclusión, encontrándolo bajo algunas latas y luciendo una apariencia completamente distinta.
El 27 de marzo del 1907 Dubois debió cumplir con la sentencia. Una hora antes del fusilamiento, Dubois formuló declaraciones a la prensa nacional y frente al pelotón que lo ejecutaría se negó a que le vendaran los ojos. Luego pronunció un tranquilo discurso a los presentes, terminando con la palabra, en tono de orden: “¡Ejecutad!”
Fue sepultado en algún lugar del cementerio de Playa Ancha. El sitio en que la tradición dice que están sus restos, es hoy un lugar de veneración donde la gente agradece los favores concedidos, por haber ejecutado a muchos usureros de la zona. Pasó a la historia popular de Chile con una imagen contradictoria, pues para muchos fue un asesino y para otros una especie de santo o Robin Hood.
“¡Ejecutad!”
“Yo no soy un asesino, sino un santo”, replicó Emile Dubois a los fusileros antes de morir: “Se necesitaba de un hombre que respondiese de los crímenes que se cometieron y ese hombre he sido yo. Muero, pues, inocente por no haber cometido yo esos crímenes, sino porque esos crímenes se cometieron. Ejecutad!”
La historia del Crimen
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas